Ahora es cuando estaría bien empezar por el final y terminar, de una vez y por todas, con todos los principios que están de mas.
El final empieza por destruir los inicios de una obra que jamas se completo, de una fortaleza que jamas albergo un ejercito y de un castillo que nunca tuvo su princesa. Y después de hacer añicos las ventanas y destrozar puertas y paredes, hay que quemar los escombros, de ser posible hay que pisar las cenizas hasta que solo sean una alfombra fúnebre que cubre el suelo donde alguna vez hubo una batalla contra nadie y una derrota impresa en las venas. Y cuando el silencio abarque todos los rincones con ese sonido que hace estremecer las placas tectónicas de los recuerdos apareceré yo de entre alguna sombra difuminada por el tiempo y entre tanta destrucción hallare la forma de buscar un nuevo comienzo cerrando completamente todos los finales que terminaron en puntos suspensivos.
Es aquí el punto donde aparecen mas rostros, y aquí también el tuyo se va. Y no. No te guardare de nuevo en el cajón, porque lo estoy ocupando para mis historias y la verdad es que no te quiero volver a leer en ninguna de ellas. Me hubiera gustado al menos escuchar que te preguntas por mi, que me preguntaras si estaba bien, aunque ya sabias de sobra que no era así, pero aun yo te contestaría con la mejor de mis condolencias "Estoy perfectamente bien" aunque solo fuera un grito de auxilio ensayado. Pero eso ya no importa, porque ahora, tal vez por primera vez, si lo estoy. O por lo menos ya no miento tanto, porque la verdad es que me he rendido ante el hecho de fingir cordura, ahora trata de dejarla bien amarrada al primer libro que me hable de gravedad. Así que si, así son las cosas ahora. Te puedes ir, tienes vía libre. Es más, toma el primer tren, el que sigue el camino contrario al mio y quédate en el primer punto donde brille el sol mejor que en esta escusa de ciudad, y se feliz, así como un día fingiste serlo.
Ahora me despojo de los malos ejemplos y las preguntas bizarras, quiero olvidar la lista de reglas que escribí al final de todos mis cuadernos y darle un mejor significado a las lineas de mis fracasos. Quiero tomar de nuevo entre mis manos el tiempo cuando no teníamos que vestirnos para la guerra, cuando podíamos jugar con espadas de madera y caminar sin prisas entre el mar y la arena y no correr desesperados entre la vida y la muerte. Quiero poder ser capaz de lanzar una pelota y no pensar que estoy quitando el anillo a una granada.
Lo que no escuche en mis películas favoritas es que la única manera de volver a comenzar es terminar con todo. Que lo mejor no es enterrar los recuerdos a tres metros bajo tierra y con una marcha fúnebre de fondo, que lo ideal es quemar todos los restos que nos escuecen las ganas de seguir con un grito de batalla que nos estremece los pulmones y lanzarnos al fuego, dejar que nuestras heridas se cautericen. Y justo cuando creí que el fuego se había extinguido me di cuenta que al igual que si miras demasiado tiempo un abismo, el te mira, así el fuego también se fundió en mi.
Y eso es lo bonito de las historias, saber cuando debes finalizar y empezar de nuevo, y hay veces que no basta con pasar pagina hay que tomar un nuevo cuaderno y cambiar el color de tinta.