Haz lo que quieras con esto, pero que te salga de las entrañas.
Llevo 19 días comiéndome la pared, si se me van los dientes en ello no podré al final decirte nada, pero eso no sería una novedad. Conservo mi derecho a no saber si decirte que... igual no lo entenderías.
Resulta tan irónico que me digas a la cara que me quieres mientras haces malabares con mis ganas de ser transparente y le quitas todos los pétalos a mis margaritas sin siquiera considerar que te podrían llegar a querer.
Miento cuando digo que me hace falta espacio. No quiero que te vayas y tampoco quiero quedarme. Me he prometido a mi misma salir de la jaula cuando yo quiera, no cuando alguien más me quiera.
A veces la vida sólo se trata de encontrar algo que te acojone y que aún así te mueras por hacer y jamás terminar. No te provoco el miedo suficiente. Te juro que si no fueras quien eres, si no hubieran tantas personas entre tú y yo en esta cuerda floja, dejaría de ser valiente por miedo y me decidiría a ser vulnerable para evitar romperme. No trates de leer entre líneas, muy dentro de ti sabes exactamente lo que te quiero decir y no me atrevo; después de todo eres la única persona que me ha visto desnuda entre una multitud de personas sin rostros.
Miento cuando digo que lo entiendo. No entiendo nada. Nunca he sido de las personas que se ponen en los zapatos ajenos, pero cuando lo hago es porque me cansé de caminar tantos kilómetros en los míos. No lo entiendo. No entiendo por qué no estás aquí, por qué no te pedí que te quedaras sabiendo que yo no sería capaz de irme. No entiendo ni una sola de tus palabras entre tanto bullicio de sentimientos y tampoco quiero verte a los ojos por miedo a que me digas la verdad y que a mi se me escape decirte que me he odiado todas las veces en las que busco con desesperación esquizofrénica razones para no creerte.
Se me rompió entre las manos el "no le quiero tanto" y se incrustaron pedacitos de vergüenza en mis mejillas que hago que relaman los pesados del bar de siempre. De modo que es verdad, no te quiero tanto como para serte infiel con cualquiera que finja quererme un poco más que tú y mucho menos de lo que merezco. A el próximo imbécil que entienda que soy igual a todas las otras chicas que ha conocido le dejaré tocar mi cabello sin intentar arrancarle la mano después.
No quiero volver a romperme los dientes abriendo una botella de vino que compraste para otra, pero lo volvería a hacer sin rechistar si me lo pidieses. Soy la idiota que te cerró la puerta en la cara dejando en el marco su corazón, la idiota que se colgó del nudo en la garganta después de tragarse las cosas que nunca te pudo decir. Besa a cualquiera que te quiera mucho menos que yo, pero mejor. Jamás te podré amar como tú esperas, en mis manos aún hay incendios de nieve, pero entiende: volaría en mil pedazos todos los puentes de los que quise saltar y besaría tus manos en cada rincón de la ciudad donde alguna vez sentiste frío.
Arranqué todos tus caricias de raíz y no tengo tantos dedos para meter en las heridas. No creo que algún día lo entiendas. Hay arañas recorriendo tu espalda cuando me tocas y un millón de avispas que viven en tus ojos hicieron su nido en mis labios.
No entiendo como es que yo, siendo de gominolas y huesos de castillos de arena, puedo hacer que vuelvas un poco la vista hacia a mi, lo suficiente para que te entren estrellas en los ojos y comprendas que no debes volver a mirar. Me aprendiste tan desde dentro que cuando me aleje un poco encontraste una perfecta extraña mirándote con ojos de niña a quien le han prometido llevarle a bailar con las hadas... y tú me convenciste de que eran sólo mis ansiolíticos y no polvo de hadas el que me hacia volar.
No te confundas, a él también le quiero. Pero sigues siendo el único con el que quiero reír desde el estómago y no sentir que debo cubrirme los dientes.
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