Hoy mi voz no me dio para defenderme, el instinto de correr a lamer mis heridas se apago, la sangre sigue corriendo y yo catatónica sin poder pedir auxilio. Quizás este es un grito de auxilio. Pero si no haces ruido nadie escucha... recuerdo que cuando era pequeña era incapaz de hablar en el salón de clase, incluso un niño me empezó a apodar 'silencio', yo lo entendía más como una orden. Al día de hoy lo comprendo mejor, no decir nada no significa no tener nada que decir.
Ahora estoy escuchando de nuevo su voz. Su voz sigue presente 12 años después, sigue siendo una orden; una orden vitoreada por un montón más de imbéciles crueles con 11 años.
SILENCIO
*risas*
(Muchas risas tontas, histéricas, qué palabra tan más hilarante. No me hace gracia, pero obedezco.)
Mi cuerpo entero anuncia el colapso, mi estómago se vacía, mis entrañas se revuelven de ansiedad, mis manos heladas tiemblan sudorosas, mis piernas vacilan en cada escalón.
No me mires así, que se me cierran los ojos.
Una madre no debería desear la muerte de sus hijos, por eso yo nunca seré una buena madre, porque anhelo el fin de la tiranía de mi sangre. Lo siento, madre, tú tampoco estabas lista para serlo. Yo nunca aprendí a ser tu hija tampoco.
Lo siento, mamita, voy a fallar todas las pruebas.
Si eres tonta más te vale ser guapa. Y lo soy.
Pero si eres guapa a nadie le importa qué tan inteligente seas.
Así que aprendí a no decir nada, a verme bonita, callada y bonita.
Aquí están mis neuronas anunciando la retirada, mi corazón exhausto de vivir en taquicardia, mi esófago cabreado de bañarse en ácido, mi estómago agotado del 'parece que sí, pero no'.
Me he amputado mi derecho a ser mujer. Mis 28 días lunares se convirtieron en un eterno desierto, soy tierra estéril, seca... mi piel mutilada, campo de batalla, ciudad en ruinas. Soy una muñeca de trapo que soñó con ser de porcelana y termino siendo para vudú.
Ya no soy bonita
me siento una amputada
de mí misma.
Mutilada,
hinchada,
quemada,
irreconocible.
Como aquel cadáver en descomposición de las noticias,
pero simpatizo más con el asesino.
que se cumple
cuando ya no lo quieres.
Mi pequeña Chernobilita se me muere en brazos, mi niña ingenua con delirio de dragón. Se creía tan fuerte y mírenla ahora... incapaz de pronunciar una sola palabra, sola, tan sola. ¿A quién llamas cuando no puedes dormir y tienes miedo de tu propia compañía?
Hace días que no me sentía tan vacía... las luces de las ambulancias tienen ese efecto en mi cerebro, un interruptor de emociones activado por una sirena, el canto hipnótico para los suicidas. El amor se parece a un viaje de emergencia en ambulancia, pero al final del trayecto solo hay silencio y la sensación de quedarte atrás esperando a que regresen por ti, que te concedan el permiso de volver a respirar, volver a coger tu vida. Ojalá que el día que alguien suba conmigo sepa que puede salir corriendo, que debe salir corriendo, que yo jamás voy a volver.
El cerebro es así de complicado, ¿no es gracioso?
Justo ahora que quiero gritar que no puedo más, que quiero romper a llorar en el suelo, que quiero un abrazo que me rompa las costillas, que necesito que alguien me escuche al otro lado de la línea... justo ahora me encuentro inmóvil, aterrada, con un nudo en la garganta que me llega hasta el estomago y me revienta las cuerdas vocales.
Hermana,
yo siempre te veré verde,
y recitaré el alfabeto de aviación
cuando no recuerdes la letra exacta,
tomaré tu pulso hasta que el monstruo desaparezca.
Pero, por favor,
déjame respirar aire limpio.
¿Cuánto debes amar a alguien para no poder salir corriendo en defensa propia?
Hoy mi cuerpo no encuentra fuerzas.
Ojalá tú lo puedas perdonar.