Ahora te veo recorrer con ella todos los lugares que un día dijimos íbamos a pisar juntos.
Tomas su mano en el mismo punto de la ciudad donde sujetabas mis mejillas entre tus palmas y me prometías que algún día la tristeza se iba a hacer tan pequeña que ya no encontraría un lugar donde guardarla.
Estás recorriendo a su lado la playa en la que un día planeamos amanecer después de una noche de contar las estrellas y las cicatrices.
Ella está despertando en este momento en el lugar exacto donde yo tenía planeado construir mi fortaleza, apuesto a que no sabe que la canción que le cantas para despertar es la misma que me cantabas a mi para que dejara de llorar. No se lo digas, ya imagino la enorme sonrisa que pone al escucharte desafinar; igual que la mía cuando fingías olvidar la letra para que yo cantara (era nuestra manera de salvarnos).
Estás creando con ella los recuerdos que yo quería compartir contigo, fotografías los lugares en los que yo imaginaba nuestras futuras vacaciones, la besas más veces de las que yo te pude decir que te quería...
A ella le debe gustar mucho el sol para estar a tu lado... yo nunca me atreví a decirte que odio los días soleados. Cuando llueva llévala a tu ventana, justo a ese punto donde me gustaba dibujar mientras tú componías melodías que no recordarías cuando terminara de llover; a ella le gustará esa ventana tanto como a mi, tal vez incluso más.
Yo siempre me quise convencer de que nuestras manos encajaban como piezas de un rompecabezas, quería creer que había un hueco en tu clavícula en el cual yo me podía refugiar, que tu corazón tendría un pequeño rincón en el cual yo podría dejar mis cuentos para dormir... qué bonita mentira.
Ahora yo estoy en la ciudad de la que tanto querías huir, encontré un punto más alto donde los problemas son más pequeños pero mi tristeza aún es muy grande. Estoy componiendo las canciones que un día dijiste cantarías conmigo (ahora son solo mías), escribo poemas que ya no llevan tu nombre (y son más bonitos), soy lo que nunca fui contigo... Yo sigo un poco rota, un poco descolocada, un poco más libre y mucho mucho más mía.
Algún día yo recorreré todos esos lugares sola y tal vez la tristeza por fin se haga tan pequeña que se caiga de mis bolsillos y se quede ahí en la arena.
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