viernes, 27 de mayo de 2016

Aquí te explico por qué tú.

"Por ti seré como un gato, sabré sobrevivir"


—Se han ido todos y sigues aquí —dices con un poco de tristeza e incredulidad.
—Siempre he estado aquí —te respondo como si fuera lo más obvio, porque es así.
—¿Por qué no te vas? Seguro tienes algún poema que escribir —puedo sentir que ahogas una risa y yo suelto una carcajada que te hace tomar valor para reír—. Me gustaría poder sentirme dueño de alguna de tus palabra, pero es demasiado pedir, tú ya vuelas.
—Me odiarías, me odiarás... te alejarás, te querrás deshacer de mi —quiero morderme la lengua pero sé que eso no funciona contigo—. Yo no te culparé, yo también lo haría —desvío la mirada para no toparme con la tuya.
—¿Y qué harías entonces? ¿Buscarte otra vida?
—¿Dudas que lo haga? —pregunto entre sarcástica e indignada—. Por ti lo haría...
Te quedas callado y yo maldigo en silencio al alcohol, al cansancio, a mis agallas inoportunas.
—¡Ese es el problema!
—¿Qué pasa? —trato de ocultar el pánico que crece en mis entrañas.
—Me pasas —dices con toda la seriedad que te permite la ebriedad—. Me pasa que no tiene sentido que tú sigas aquí.
—Me importas, quiero estar contigo —y así cae una muralla más.
—He visto como otros te miran y tú les sonríes sin darte una idea de lo que provocas —jugueteas con mis dedos y yo te dejo—. ¿Por qué yo?
—Es fácil, porque no podría ser de otra forma, no podría ser alguien más... porque el resto de personas no son tú

Ya sabía que me iba a enamorar de ti, lo supe desde el momento en que me hiciste reír cuando lo único que quería era llorar y después lo reafirmaste cuando al verme llorar me dijiste que sólo ibas a aceptar mis lágrimas si eran de alegría.

Me enamoré de ti porque tu risa se convirtió en poco tiempo en mi sonido favorito; porque tu cabello me provoca enredar mis dedos en él; porque entiendes perfectamente lo que digo y sabes lo que voy a decir antes de que abra la boca si me miras a los ojos; porque exiges que sean tuyos todos mis "buenos días" y porque aún así te quedas en los malos; porque a tu lado no tengo idea de cómo se sentía querer morirse por no tener que vivir un segundo más, contigo quiero todos los latidos del reloj.

Eres tú porque me gustan las conversaciones serias, los juegos a medianoche cuando el insomnio no nos deja dormir... no dejes nunca de decirme tonterías, yo las escucharé todas y las convertiré en cuentos para no dormir. Cuéntame tu vida en cualquier formato, vuélveme a contar tus historias sin importar que ya las haya escuchado antes, me gusta la cara que pones mientras viajas a otros tiempos y te brillan los ojos contándome sobre las cosas que te hacían sentir invencible.

Me gusta que tengas un corazón tan enorme que no te cabe en el pecho, no trates de ocultarlo del resto, ellos jamás entenderán que una supernova viva en tu caja torácica pero no por eso vas a dejar de brillar. Mi efímero inmortal, aún no me creo que existas y que puedas ser, que yo pueda ser contigo, por eso me da por torturarme imaginándote imaginario por si un día desapareces tener una idea de lo mucho que vas a doler.

¿Qué te hace diferente al resto?
Que eres un disparo de vida; que ahí donde los demás ven ruinas tú encuentras un monumento; que encuentras la melodía de tu canción favorita entre esta orquesta de gritos de frustración: que tienes miedo pero que también tienes muchas ganas de llegar hasta el punto más alto para saltar desde ahí.

¿Y aún así me preguntas que por qué tú?
Porque a tu lado me importa muy poco el fin del mundo.

Te regalo mis ojos, mi corazón, mis manos, mi cerebro... Me regaló a ti, así sabrás por qué tú.

...
...

Mírame,
soy un gato,
y quiero que todas mis vidas sean contigo.


miércoles, 11 de mayo de 2016

Todo lo que no me has dicho es lo que más quiero escuchar.

Contigo se me da bien ser honesta. No sé qué parte de ti me insta a querer serlo, tal vez sea tú peor defecto o el mío. Es como si mi corazón quisiera salirse por mi garganta, como si mi pasado albergara la esperanza de que tú lo arropes o de que lo bañes de gasolina, lo observes arder y después soples sus cenizas como quien sopla un diente de león, con los ojos cerrados y las ilusiones en los labios.

De niña siempre quise estar tan enferma que me tuvieran que obligar a respirar para no tener que hacerlo yo, para descansar un poco de la responsabilidad de cuidar de un cuerpo prestado y aferrarme a la idea de vivir con respiración asistida como si eso significara vivir en los brazos de una madre que te susurra en el oído "tranquila, pequeña, todo es una mierda pero aún nos quedan las jacarandas en primavera, las velitas de cumpleaños y los cuentos improvisados a mitad de la madrugada". Nunca se lo había podido decir a nadie y cuando te lo dije quise cortarme la lengua, pero ya te estaba diciendo que el futuro me aterraba porque no creía que con tanto pasado era capaz de permitirme un futuro.

Todas las cosas sin sentido que te gustan son las que le dan un sentido a mis días, ¡vaya, a mi vida! Que aún no encuentro una mejor forma de pasar el tiempo que matándolo a tu lado, torturándolo haciéndole cosquillas en las costillas... pero soy yo quien termina por astillarse los pulmones y tus costillas siguen intactas y yo con tantas ganas de ser pájaro si es tu caja torácica mi jaula.

Yo que soy de cortarme las alas antes de que alguien más lo haga, te estoy rogando que me enseñes a ser libre a tu lado, que me digas algo que me haga querer quedarme. Y tú te quedas en silencio como si muy dentro de ti quisieras que en verdad me fuera, como si me pidieras a gritos darte una razón para odiarme. Si me devuelves todos los complejos que deje en tu habitación te juro que encuentro la manera de que no me quieras volver a ver, necesito mis complejos de vuelta porque ya estoy extrañando mi tristeza y las tres pastillas diarias que me hacían sonreír.

Me gustaría que bajaras la guardia así como yo estoy destrozando mis murallas por ti, te estoy pidiendo de rodillas que me pidas una estancia en mi corazón a cambio de un pequeño rincón en el tuyo donde yo pueda dejar mis mentiras que casi siempre uso como cuentos para dormir. Me muero por escuchar todo lo que no te atreves a decirme y que yo no sé si es porque tienes dudas o porque no soy yo la dueña de todas las palabras que te guardas debajo de la lengua.

Quiero escuchar que me quieres, que no quieres que me vaya, que no me necesitas pero quieres que esté a tu lado. Quiero que quieras quitarme todo, empezando por las dudas. Yo a ti qué te voy a decir que no te lo haya dicho antes, si te conoces mi pasado en todas sus versiones: si me cuidaste victima, si me has querido culpable, si me has conocido inocente, si me has consolado triste y aunque te gusten mis lagrimas de cocodrilo me has dicho que prefieres mis carcajadas de tormenta.

Descuida, me has enseñado a ser paciente al serlo tú conmigo.
Nadie había logrado que mi nombre sonara a salvo en otros labios y en los tuyos encontré el refugio perfecto para mis huidas, nunca me había sentido tan cómoda en la boca del león y ahora mírame... me duermo aferrada a sus colmillos como si de mi peluche favorito se tratara.