martes, 30 de agosto de 2016
El "nosotros" es un riesgo seguro de fractura.
Tengo apenas el poco tiempo que dura esta canción,
me estoy permitiendo agrietarme un poquito,
sólo poquito, lo necesario para desbordarme sin romperme.
Me ha dado vueltas el mismo pensamiento en la cabeza,
es más un sueño del que no he podido despertar
pero tampoco quiero hacerlo.
¿Estamos en el lugar correcto?
¿Debería acercarme un poco más?
¿Y si me alejo?
¿Y si me quedo...?
Debería moverme y me quedo en el mismo lugar,
porque recuerdo quien soy,
mi nombre,
el de mis padres,
y luego veo las cicatrices que me he provocado.
Quisiera olvidar mi nombre.
No me mal entiendas,
pero si no fueses quien eres,
volaría todo el miedo con los fuegos artificiales de Navidad;
me jodería la vida en tu nombre, te la desordenaría a ti;
me importaría muy poco que un rayo partiera nuestro corazón;
mostraría las heridas como si de tatuajes se trataran;
y después te olvidaría.
Jamás había conocido a alguien que cayera tan bonito
y aún así tuviera la fuerza para soportar mi tristeza en un hombro.
No te ofendas, siempre recojo las migajas
porque me aterra que las sigas
y te pierdas en mi laberinto de rotos
y que al hacerlo termines odiándome
tanto como yo lo hago conmigo.
Me he cortado al pasar página muchas veces
y he relamido las heridas hasta que quedé sin saliva.
Te prometo que un día de estos aprenderé a bailar sin dejarme caer
y a volar sin amarrarme los pies al suelo.
Que bonito tú,
que bonita la forma en la sonríes como si no hubieses llorado nunca,
que bonito tu corazón, que es demasiado grande para caberte en el pecho
que bonito cuando caes y yo me tiro primero para que no toques el suelo.
Me empieza a gustar esta ciudad, sigue existiendo.
Tú que ya has marcado los puntos en el mapa de todos los lugares donde te he confesado que quiero morirme, dime que me quieres en cada uno de ellos y rompe uno a uno todos mis huesos y dame un beso en la frente cuando cierres mis ojos y dime que me odias como no has sabido odiar a nadie más y que al menos en eso soy la primera.
lunes, 22 de agosto de 2016
¿Has escuchado de los erizos? Pues así también conmigo.
Vivir en la cuerda floja, jugar a hacer equilibrio con la vida hecha pedazos y una mitad del corazón en cada mano, colgarse de la cuerda creyéndose tiburón.
Tengo frío, pero no te he pedido que te acerques ni tampoco yo lo he hecho, porque eso va contra todos mis finales (sí, finales, porque todos los principios los he quemado).
La risa más fuerte que he soltado fue aquella que se escapó justo antes de romper a llorar, y no he llorado de aquel modo frente a nadie más que no seas tú.
Es tan jodido que todo lo que de verdad me importa termine sangrando al abrazarme. No te acerques demasiado, a ti no te quiero romper.
Me he quedado muda de tanto hablar sin decir nada y me he desnudado de tanto escribir soltándolo todo. Yo no sé dónde se guardan los secretos pero tampoco de cómo se dicen. Pero también soy consiente de que las palabras que no he dicho le pudieron haber salvado la vida a alguien y que hay palabras que debí callar para conservar completo alguno que otro corazón.
Hoy me vendría bien no sentir nada (por ti) y aun así no puedo negar lo bonito que se siente sentir de todo. Tranquilo, no me has roto el corazón; el desorden ya estaba antes de que tú llegaras, mi pecho es un campo minado de margaritas que han decidido que todas sus respuestas serán "no".
Ojalá que aparezca alguien que me quiera mucho para ser capaz de no quererle nada. No lo tomes a mal, yo también tengo la ilusión de hacer todo el daño que me han hecho. (¿Eso en qué me convierte?)
Han llenado mi corazón de energía nuclear y se atreven a venir a hablarme de lo de Chernobyl mientras a ti te dejo llorar sal en mis heridas. Me he convertido en una bomba de tiempo que te va a explotar en la cara pero yo aún no encuentro una mejor forma de matar al tiempo que no sea contigo.
Te lo diré de otra manera, cuando me tocas duelo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)