sábado, 18 de octubre de 2014

Tonalidades grises

Yo pensé que todos los cielos que pintabas eran habitables. Había tantas lágrimas y tormento en tus paisajes que de algún modo me enamoraron. 
Me hubiera gustado morir de amor, no de todo lo demás. No quiero morir ahogada con tus palabras, ni enterrada entre tantas promesas y avalanchas de despedidas.
Te alejas muy despacio, sin hacer ruido y desapareces dejando demasiada destrucción. No puedo creer que yo no me haya dado cuenta de todas las heridas que me habías dejado al decir "Hola".
Por suerte, o por llamarlo de una manera, existen los terribles reflejos en todos los charcos de la ciudad, y yo te vi en cada uno de ellos, y era realidad tan horrorosamente hermosa; pero horrorosa y terrible, al fin. La ventaja de llover no es el arcoiris, son los espejos que cargan tanta realidad podrida. ¿Quién te va a conocer mejor que esta ciudad donde te desvistes?
Creí que habías dicho que me querías, creo que escuche mal, creo que desde el principio me puse esa hermosa venda de los enamorados sobre los ojos. Creí ver tu sonrisa en todas las demás, creí sentirte en cada abrazo y era el espejo el que me inventaba más mentiras.
Supongo que así será, que tu seguiras pintando cielos grises en los cuales no pueda vivir; y por mi está bien. A veces el cielo no se despeja y las nubes no quieren ceder. A veces es uno mismo el que debe moverlas, o moverse, pero tal vez solo pienso esto porque realmente ya no quiero seguir viendo todo en tu paleta de colores.

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