Poseo un odio justificado hacia las rosas, así que si un día se les ocurre darme una, que sea una con espinas por aquello de la belleza interior.
Desde que era una niña creí en los cuentos de hadas, creí en ellos ciegamente y sin un final claro. Creí hasta a buscar uno propio y justo cuando lo toqué con la punta de los dedos y sentí mi piel estremecerse, mi sonrisa vestirse mas bonita y un gato que arañaba por salir ¡Demonios, creí que en cualquier momento iba a empezar a pintar corazones en mis cuadernos! Y entonces elegí por mirarlo todo a la distancia, opte por la seguridad de la orilla mientras mi piel sufría quemaduras de grado soledad por el sol. Pero todo lo que quería era ofrecerme a las olas y que ellas tomaran la primera mordida.
Pensé mas de una vez en los escenarios, cambiaba la trama, el clima, la hora... Siempre era lo mismo al final. Una niña con un montón de preguntas y ninguna parecía tener respuesta. Deshoje la realidad para encontrarme en alguna rama, dentro de alguna semilla que no creció.
Hay demasiadas personas a mi alrededor y a penas puedo recordar sus nombres, apenas puedo recordar el mio sin escuchar otra voz que no me pertenece pronunciándolo de la peor manera.
Una vez creí en los cuentos de hadas, sin finales felices, sin finales, solo esa consiente incertidumbre de saber que en cualquier momento aparecería otro monstruo, de que en cualquier momento el suelo podía venirse abajo, llevarse mi castillo de cristal con el. Y tenía miedo, y sabia que no estaba sola, que todos teníamos miedo, que nos aterraba perder, pero sabíamos cómo ganar. Ahora yo no se cómo ganar, ni tampoco como perder.
Desenterré raíces, las hice polvo. Queme esquejes con ilusiones, ilusión de que tal vez en el humo me encontraba yo. Partí ramos de novia buscando una razón para creer en el amor. Odie las rosas. Odio las rosas, por mentirosas, por dejarse quitar las espinas, por domesticarse.
Rogué por algo diferente y siempre creí que cuando creciera todo iba a ser diferente. Pero esta mierda no es la que esperaba. Solo quiero sentir algo real, aunque sea dolor.
Creo que es hora de deshacerme de la armadura, total ya me he convencido que cargo con la maldición de Aquiles, me lanzaré a la guerra con manos desnudas y solo un punto débil. Es hora de cantar la canción de mi vida mas fuerte que nunca, dejar que el gato se convierta en león y destroce mis entrañas para salir. Quiero algo diferente y lo voy a conseguir aunque tenga que atravesar el inframundo con esta herida en el pecho, ahora no me dejare caer.
Y lo bonito no estaba en encontrarme, nunca lo estuvo. Lo bonito esta en recolectar piezas que después se adhieren a mi corazón, haciéndolo una maquina mas peculiar, un órgano mas vivo, mas salvaje. Destroce flores y me encontré en cada botón escondido en el centro de un bosque, esa pequeña flor que crece en la tierra mas árida, esa que le gusta desafiar la naturaleza.
Y aun creo en los cuentos de hadas, esos sin el "Felices Para Siempre", ya que al "para-siempre" yo le he adjudicado mas significados que la poesia.

No hay comentarios:
Publicar un comentario