lunes, 20 de junio de 2016
Aspiraciones autodestructivas.
Me siento como aquella niña que se le cae el caramelo de la boca y se lo vuelve a meter porque es su caramelo, sin importarle que esté lleno de tierra por los pasteles de lodo que aún no se cocinan. Y así también con tus labios, que saben a todas las bocas que besaste buscando la mía.
Me escondo debajo de la mesa a comer una segunda porción de postre recién robada. Aprendí a la mala que aunque nadie me vea, las caries aparecen y duelen casi lo mismo. Así se siente esconder que te quiero, con toda la culpabilidad de guardar un secreto a voces, con todo el dolor de no poder decir cuál es mi sabor favorito de helado.
Eres lo más triste que recuerdo sobre mi infancia porque te pareces bastante a ese compañero de juegos que siempre rogué en silencio que me hablara porque yo era demasiado tímida para hacerlo primero.
Si te quedas un rato más en la cama te canto todas las canciones que me susurraban mis padres al oído para poder lograr que me durmiera y que a mi siempre me provocaban ganas de llorar pero no lo hacía. Esta vez voy a llorar mientras te las canto a gritos porque no estás aquí y yo no puedo dormir sin que tú me pidas que lo haga.
No tienes idea de cuánto estoy extrañando a todos mis muñecos de peluche porque tengo unas ganas enormes de contarles sobre ti. Pero ellos, al igual que todo lo bueno que puedo recordar de mi infancia, desaparecieron hace ya un tiempo entre folios que me cortaron los dedos, así que no me vengan a decir que no duele pasar pagina porque yo ya he relamido todos los cortes y siguen sangrando.
Tratar de alejarme de ti es como quitar la bandita de la herida que aún no sana y que sólo la abriré al hacerlo. Esa bandita que tú pusiste en la herida que me hizo alguien más y que no me preguntaste cómo la obtuve porque entendías que dolía más decírtelo y ojalá no lo hubieras tenido que hacer, así que sin preguntar la besaste y cuidaste de ella.
He dicho "Adiós" tantas veces sin sentirlo como una despedida y más como un funeral en el que se le llora a un ataúd vacío porque ni siquiera hay un cuerpo sobre cuál llorar. ¿Cuántos funerales más tendré que conocer para ser yo, por fin, la que habite ese ataúd donde me enterrarán viva? Inmortal, cuando te conocí fue una despedida definitiva porque fuiste un disparo de vida directo a la sien de mi futuro.
Lo que quiero decir es que eres lo mejor que había hecho por mí. Que todos antes de ti eran simulacros y tú eres el incendio que vino a acabar con la oscuridad y ahora sólo quiero quemarme porque estoy harta de fuegos fatuos y de amor bajo cero.
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