martes, 14 de junio de 2016

Puedes presumir de que un carrusel se enamoró de ti.


Déjame que te explique algo...

Mi tristeza siempre es más grande que mi sonrisa
y en la noche se me desborda por los ojos,
es por eso que necesito ahogarme antes de dormir
y es también la razón por la que siempre despierto con sed.

A veces hago cosas que no quiero hacer
porque no me atrevo a hacer las que quiero
por miedo a que resulten todo lo contrario;
lo que quiero decir,
es que al final no hago nada.

Ahora sería buen momento para confesar
que nunca digo lo que en verdad quiero decir
y me quedo con esta bola de estambre en la garganta
que después me arranca la voz pero no los sentimientos.

Te juro que yo no quería enamorarme...
porque de enamorada soy muy estúpida y ciega
y mi complejo de borde me hace ser siempre lo doble
así que imagínate cómo estamos a esas alturas...
¡ahora no te atrevas a hablarme de vértigo!

Los manuales de autoayuda nunca me han sentado bien,
tiendo a convertirlos en guías de autodestrucción.
Y ese es el problema...
que a ti te quiero casi tanto como quiero a todas mis navajas.

Sé que no me pedirás que me quede
y sé también que yo no tendré la iniciativa para irme.
Siento que somos dos gatos recostados en el sillón
cada uno en un extremo y mirándose de reojo
esperando a ver quien muere primero
para por fin atreverse a llorar la muerte del otro.

Me dices que no me tomo las cosas en serio,
me preguntas que por qué río incluso cuando debería llorar
yo no sé cómo decirte que a veces estoy tan triste
que me resulta graciosísimo no poder hacerlo
porque sé que no tengo lágrimas suficientes.
Sé, también, que quieres que te llore,
pero ni tú eres el fin del mundo
ni yo tengo tanta agua en mis ojos.

Y ahora que estamos en esto de la honestidad,
te aseguro que yo encontraré un dolor más grande
pero tú dónde podrás encontrar otra cama de hospital exclusiva para ti.
¿Quién soy yo más que la única que sabe interpretar tus silencios
y que te saca una carcajada que hace estremecer el mismo infierno
incluso cuando no tengo fuerzas para levantarme del suelo?

Si te vas, no dejes un camino de migajas
porque no me quedará otra que seguirlo
y volver a volver a destruirnos.
¿Cómo le vamos a explicar al resto
que nuestras miradas cómplices
siempre fueron de asesinato?

Lo que tienes que saber es que te quiero
y que no me quiero bajar de la montaña rusa
porque ya sabes que amo los juegos mecánicos
que me hacen querer vomitar el corazón sin escupirlo;
y que quiero llenarme la boca de algodón de azúcar
pero éste no dura lo suficiente para quitarme el sabor amargo
que me dejaron todos los caramelos de cianuro
que tragué para olvidar a que saben tus labios.

Ojalá que puedas dormir en las noches,
y que las luces de la ciudad te saquen sonrisas
y que me extrañes mucho cuando vuelvas a casa
pero no te atrevas a decirlo en voz alta.

Te quiero.
Y ya está,
lo he dicho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario