¿Has escuchado esa canción de Rayden sobre el niño que se perdió en mitad del cielo y la niña que nunca supo qué pasó con él porque echo raíces en el suelo? Tal vez no... a lo que iba es que me hizo recordarle muchísimo... aunque para ser honesta nunca le olvido del todo.
Él es tan Siempre y yo tan Nunca. Me entraron unas ganas terribles de contarle aquel cuento y en mi mente se lo contaba mientras él terminaba el último bocado de su comida y yo jugaba con lo que quedaba en el plato y no quería comer; él estaría de acuerdo en que soy tan Nunca, sonreiría, me miraría un largo rato y soltaría una carcajada que yo, esperanzada, tomaría como un "joder, echaba de menos todas tus tonterías"... Seguramente jamás lo haga.
¿Conoces esa sensación de tener un nudo en la garganta en forma de un "Hola" con el que te atragantas al respirar pero que tampoco puedes escupir? Así hoy.
He estado bien. En serio.
Casi no me duele la fractura, aunque cualquiera podría decir lo contrario porque lloré muchísimo esa noche en urgencias. 30% dolor, 70% sentimientos. Así puedo resumir lo que sentía en ese momento. El dolor no se comparaba en nada a las ganas que tenia de llamarle y decirle que me moría de miedo. Recuerdo que quería salir corriendo cuando las primeras lágrimas escurrieron pero no podía dar un sólo paso sin tropezar. Por lo visto, no creo que le importe en absoluto esta historia.
Estoy bien.
Estoy. PERFECTAMENTE. Bien.
"Miente más que habla. Blah blah blah... siempre miente."
Y yo me tragaba sus mentiras como caramelos cristalinos de la ultima fiesta navideña en casa de mis abuelos, con la boca tan llena que no podía articular una palabra que no sonara a balbuceos sin sentido y no oliera a canela artificial. Pero eran mentiras tan preciosas que se convertían en humo en cuanto las tocaba, como el humo del cigarro que me fumé sólo porque me pidió no hacerlo.
Tenía tanto miedo a perderle y supongo que esa es la razón por la que retrocedía a zancadillas cada que se acercaba un poco más. ¡Qué idiota! Tuve que abrir la boca antes de hacerlo con el corazón. De nuevo quise curar una herida con un arañazo.
Todo lo que dije lo hice temblando, y así es como sé que lo decía de verdad. No pretendo que en el futuro pueda comprender porque nunca dije lo que me salía de las entrañas, ni tampoco que entienda lo que esconden mis abrazos de tres letras:
"VEN (que no me atrevo a decirte que te quiero en voz alta)",
"VEN (que diré que lloro por cualquier tontería para que no sepas que lo hago por ti)",
"VEN (que ojalá que un abrazo de cumpleaños durase toda la vida)",
"VEN (que siento que me estás alejando y soy tan pequeña que un soplido me vuela)",
"VEN (que llevo tantísimo tiempo echándote muchísimo de menos)".
Ahora me doy cuenta, yo soy tan Nunca. Y no pude evitar que me gustaran todos los pájaros que tenía en la cabeza, pero yo que vivo con el corazón hecho jaula no me atreví a abrir la puerta para salir por miedo a que alguien más pudiera entrar.
No se lo pude decir a tiempo: "Si tú no fueses quien eres, y yo no fuera una subnormal con discapacidad emocional... reviviría a las mariposas, construiría un cometa con tréboles de cuatro hojas y volaría junto a ti, sabiendo que podemos caer pero que nada impediría levantarnos. Ya no soy la misma persona que era antes de conocerte... pero soy la misma imbécil que una vez te hizo reír".
La primavera otra vez me está mordiendo los hombros y me está instando a cortarme la cabeza y chutarla muy lejos de mi cuerpo, hasta que ya no pueda hacerme daño ni yo.
Pero...
...supongo que nada de esto importa ya.
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