martes, 2 de mayo de 2017

Pongamos que hablo de ti.

Quiero escribir sobre la maravilla que es volver a reír con alguien más después de llorar muchísimo por quien te enseño a reír, pero sólo puedo hablar de lo mucho que estoy echando de menos a alguien aún cuando sé que no le interesa en absoluto conocer el número de kilómetros que nos separa y la cantidad de memoria que ocupa en mi móvil.

Quiero escribir sobre como la primavera me esta mordiendo los hombros y yo no puedo hacer nada mas que esperar con suerte a que pase tan rápido como llega. En lugar de eso me pongo a escuchar las canciones favoritas de una persona de la que antes no tenia que escuchar sus canciones favoritas para sentir que seguía cerca.

Quiero escribir como la imbécil enamorada que soy, hablar con metáforas estúpidas, desvariar un poco más de lo necesario al hablar de sus ojos de niño triste que quiere comerse el mundo, de la forma en que habla con las manos, de cómo sus manos acariciaron mi pasado sin un atisbo de asco o miedo. Pero ya no debería hablar sobre eso, debería hablar del chico que en verdad quiso saber por qué mi canción favorita era mi canción favorita y quería escuchar mis playlist tontas antes de empezar la rutina.

En verdad quiero escribir sobre lo mucho que esperaba cumplir años este año, que me causaba muchísima ilusión salir a pelear el primer lugar en todos los bares de esta ciudad y después hacer equilibrio en las banquetas. No puedo dejar de pensar en el abrazo que no llegará, en la llamada que esperaré todo el puto día fingiendo que me la paso genial, tal vez haciéndolo de verdad, pero con el vacío en el estomago de no poder gritar lo que siento.

Quiero hablar sobre feminismo, pero en cuanto abro la boca aparecen escorpiones mordiéndome los labios y serpientes me rodean las piernas hasta hacerme caer. Yo que le rompería las costillas a cualquiera que se atreviera a hacer llorar a quien amo, estoy dejando que quien amo me saque el corazón del pecho lo estruje fuerte entre sus dedos y pinte las paredes con la sangre que brota de mis heridas.

Supongamos que ya nada de esto importa.
Supongamos que me quedo sin voz y que olvido todo lo que siempre me da vueltas en la cabeza, que no siento nada cuando alguien pronuncia ese nombre, que no lloré frente a mis amigos sin poder explicar lo que me pasaba.
Supongamos que me enamoro de alguien más y le quiero muchísimo, y justo cuando quiera dormir en su hombro recuerde que hablo dormida, que tengo pesadillas a menudo, que necesito que me abracen más de la cuenta y que me quieran tan fuerte que no les de miedo perderse en cualquier lugar del mundo a mi lado.

Quiero hablar sobre todo lo demás. Sobre la escuela y lo mucho que odio levantarme temprano sin alguien que me diga "Buenos días", las clases aburridas, conferencias insoportables, exámenes, proyectos en equipos disfuncionales. Sobre proyectos de vida, viajes, ropa, idiomas, reglas gramaticales y buena ortografía, planes para el fin de semana, películas en el cine, zapatos, el cambio climático, la nueva dieta de moda, libros... quiero hablar sobre todo lo demás.

Quiero escribir sobre cualquier otra cosa,
que no me recuerde lo mucho que duele echar de menos.
Quiero poder explicar que echando de menos
soy la peor versión de mi.
También quiero que algo me convenza a decir la verdad
nunca supe realmente porque dije que no creía en el amor,
debí decir que estaba aterrada a que algo me hiciera creer.

Pongamos que soy valiente, que por fin escupí el corazón al vomitarlo.

"He defraudado a todos
empezando por mi."



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