jueves, 6 de junio de 2019

Fukushima



Hoy soñé que me moría
sin despedirme de ti,
casi me mata la pesadilla,
pero recordé pellizcarme.

Después de espabilar el susto,
caí en la horrible cuenta
de que lo peor no sería morirme
sin despedirme de ti,
lo peor sería que tú lo hicieras
antes de que yo pueda decirte
todo lo que te quiero.

A veces quisiera llenarte el corazón
de chocolate caliente
para que nunca se congele
como todos mis relojes,
pero quizás sea imposible
que te quepa más dulzura en él.

Hoy quise romperle la nariz a la muerte
para que no se atreva a aparecerse en tu puerta,
pero se ha burlado en mi cara
antes de que pudiera negociar
mis años a cambio de tus manos.

Mi fragilidad humana
compite con mi terror a perderte
y se me hinchan los nudillos
de enzarzarme con el tiempo.

Es tan injusta tu mortalidad,
te llevarás la primavera contigo
y también mi voz,
no la quiero si al llamarte
ya nunca me encuentran tus ojos.

Cualquier día de estos
cambiaría la paz mundial por tu sonrisa
y mi vida
por la tuya.

Eres mi supervivencia
en medio de este Armagedón.
Si existe la cura a todas las plagas
lleva tu nombre.

Hoy de nuevo cerraré los ojos
con el miedo a que te acabes,
mamá,
ojalá el día durara para siempre
para que la pesadilla nunca empiece.

Me duele el corazón
cada vez que imagino
que el tuyo deja de latir.

Entonces
ninguna caja de música
va a conseguir
que vuelva a dormir.

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