Que bien que ella ya sabia de mi locura, y yo de la suya, pues ya nos habíamos escuchado hablar a solas antes.
Que bien que ella se deje coser la boca con mi hilo de voz, apenas audible para su corazón. Y que mi corazón ya es mas locomotora que órgano.
Que bien que a ella no le importe lo de mis paseos nocturnos por la habitación, o de las veces que salgo a buscar algo de aire, porque yo no me se quedar en un solo lugar ni siquiera cuando duermo.
Que bien que me se cada cicatriz de su cuerpo y que ya le conté las pestañas. Debo admitir que fue muy difícil con esos ojos tan bonitos que tiene.
Que bien que ya no tengo ganas de huir ni de esperar trenes si ella no se sube al mismo vagón conmigo.
Que bien que a ella le guste la poesía, ojala no le importe que haga de ella mi mejor poema, pero que prefiera llamarla Amor.
Que bien que la he encontrado.
Que bien que no deje de buscarla esa tarde.
Que bien que no se conoce mi pasado, ni las veces que he apartado una estancia en el hospital. Ojala tampoco sepa de que le confundí con otros rostros. Espero que nunca sepa quien fui antes de ella.
Que bien que ella vino a reescribir mi historia, con todas esas palabras bonitas y precisas, esas que yo nunca podre encontrar en mi bolígrafo, pero que ella de algún modo se le dan tan fácil.
Que bien que ella, y que yo aprendí a reiniciarme.
Que bien que ella estuvo ahí el día en que volví a nacer, o mas bien el primer día que empezaba mi vida, porque yo no había nacido siquiera antes de conocerla, yo solo era una sobremuriente de accidentes de avión y malas casualidades que se disfrazaron de destino. Pero ella vino a desatar vendas y a corregir relojes, y a la mierda con eso del miedo, que todo esto es por ella.
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