jueves, 20 de febrero de 2014

Todos tenemos algo que esconder.

"Todos tenemos algo que esconder, un lugar oscuro dentro de nosotros que no queremos que el mundo vea"

Me sentí sola, pero por alguna razón siempre supe que no era la única. Que como todos en esta ciudad, alguna vez les había pasado, yo me desperté con ganas de terminar el día y con un poco de suerte la vida.
Me he levanto calando sonrisas frente al espejo, que llegaron a doler como quemaduras, pero ya me estaba acostumbrando. Todos nos acostumbramos en un momento a vestirnos de orgullo y de hipocresías.
Me creí fuerte y la verdad es que era una cobarde, que me escondí como un ratón detrás de un "estoy perfectamente BIEN". La verdad era que tenia cicatrices que probaban lo contrario.
Me volví loca, o eso creí, pero solo estaba rota. O tal vez si estaba loca, porque yo ya no veía las cosas que los demás veían, me había convertido en parte de un poquísimo porcentaje de población que escuchaba verdades absurdas, que podía desnudar mentiras piadosas entre sus dedos.
Conseguí un diagnostico medico, cómo si eso me fuera salvar la vida, pero parece que ningún problema es real hasta que te consigues una receta.
Me asquee de la realidad en un punto de todo el sinsentido, me volví caos y frío. Frío, eso lo conocía bien.
Encendí velas de noche, leí libros enteros, memorice poemas que ahora solo me dejaron el sentimiento, pero ninguna palabra.
Yo sabia que estaba loca, y sabia que eso era normal, era de esperarse. En esta ciudad los locos somos muchos, se nos puede encontrar bien encerrados o riendo fuertemente en un café.
Todos escondemos algo detrás de las ropas, debajo de las mangas, algunos lo llevan detrás de las sonrisas o de las ojeras.He visto quienes paran en las esquinas de los bulevares comprando amor a muy bajos precios, para ver si con un buen polvo se les despejan los sentimientos y las lagrimas se secan. Unos se cortan el cabello, salvando sus muñecas del papel, pero al final todos estamos en el mismo juego de supervivencia extrema.
Los nervios se me hicieron de hierro y se instalo un hueco en mi estomago, me hubiera gustado fumarme los problemas y pensamientos pesados, pero yo ni siquiera se rimar insomnio con nicotina.
Me he sentado a escuchar como los psicólogos se ganan el pan volviendo mas loco al que inevitablemente duda de su cordura, he aprendido mas de ellos que lo que ellos creen conocer de mi.
No creo que alguien nos pueda venir a salvar de un abismo que se volvió nuestro propio corazón, solo nos queda aprender a suturar las heridas profundas y a tratar con dosis segura de alcohol las superficiales, siempre cuidando de lo demás. Nos queda acostumbrarnos a las prótesis de sentimientos y seguir actuando cordura, por si un día esta se nos da natural. Puede que al final nos acostumbremos al dolor que incluso lleguemos a dormir tranquilos unas cuantas noches.

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