Nos refugiamos en las metáforas porque la vida a veces nos duele demasiado para hablar como un cuerdo.
Despertar con la certeza de que hay una persona que desea darte los buenos días antes del desayuno.
Alguien que no deja de sonreír y te sigue mirando cuando cierras los ojos y que cree en ti cuando tú dejas de hacerlo contigo.
El frío como excusa para pedir un abrazo en invierno y una taza de té de manzanilla con un beso en el borde y otro al tocar fondo.
Un cepillo de dientes de más en el lavabo, dos pares de pantuflas diferentes al pie de la cama, el otro lado del colchón ocupado, el mal coro en tu canción favorita, el tráfico como terapia psicológica gratuita.
Preparar el desayuno poniéndole caras felices a los panqueques, pintar corazones en las tazas de café, el jugo de naranja recién hecho.
Compartir el insomnio y las mañanas con resaca, la vida.
Las noches de películas a medias, los paseos por el parque, el algodón de azúcar, los "he tenido un día terrible, no quiero hablar, pero quiero que te quedes... conmigo".
Los semáforos en rojo, cruzar las calles con los ojos cerrados.
Enamorarte de las alturas sin hacerlo antes de la caída libre.
Decidir qué quieres vivir justo al contraer una enfermedad terminal y morir de una enfermad con esperanza de vida.
Perder la única razón por la que el sol no quema, sufrir el frío del verano; apostar las ganas de volver a sonreír, olvidar los motivos para hacerlo en la banca de algún parque donde alguna vez dos personas se quisieron.
No creer en el futuro por cargar a cuestas el pasado.
Descubrir el secreto de todos los trucos de magia, hacerle una autopsia al sombrero de un mago, los regalos sin envolver, las cosquillas sin las carcajadas.
Un vestido sin estrenar, una mesa adornada con velas sin enamorados, una perla que no ha visto el mar, charcos sin saltar, poemas sin recitar a media luz.
Caer del sube y baja y no querer volver a subir, el árbol del ahorcado sin un columpio donde los niños le muestren que existen las segundas oportunidades, una segunda oportunidad sin esperanza e ilusiones, pedir un deseo con los ojos abiertos, una velita de cumpleaños sin apagar, un relicario sin foto.
Decir "Adiós" con la boca llena de "Te quiero"s, escribir "Te quiero" y no atreverse a decirlo en voz alta.
Ver la caída de la Torre Eiffel, la extinción de las abejas, un incendio forestal, un libro sin leer, una guitarra que jamás es tocada, el asesinato en masa de todos los colibríes, un anillo de compromiso que vive en el aparador, un acuario para tiburones.
Descubrir que en el amor todos somos suicidas y que de enamorados somos tremendos imbéciles con la cobardía en la punta de la lengua y las agallas enredadas en el corazón.
Que si, que yo también me mordí el corazón al hacerlo con la lengua.
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