miércoles, 19 de febrero de 2014

La ciudad se hizo de tu nombre.

Vuélveme a querer como cuando bailábamos sin música, sin tocarnos, sin mirarnos los labios.
He tratado de ponerte otros nombre, pero yo ya no puedo seguir haciendo de mi una madrugada sin café. Ya me desconozco tu nombre de memoria, me lo desconozco tan bien que creí también desconocerte a ti, pero es que cada vez que tu sonrisa me besa a quemarropa no puedo evitar encontrarte en el filo de mi boca.
La ciudad me ha jugado una mala pasada haciéndose de tu nombre, pero ya lo veía venir. ¿Cómo podría no hacerlo?
Tal vez no me entiendas porque a ti no te pasa lo mismo cada vez que caminas por alguna calle que compartimos, pero es que si yo doblo en la misma esquina en la cual tomaste mi mano por primera vez, se me doblan las rodillas.
Se me están durmiendo las velas y la marea se esta levantando, como jamas lo había hecho antes de que le vieras con esos ojos magos. Me estoy hundiendo y no he luchado contra la corriente, todos a mi alrededor siguen respirando, pero tengo miedo a respirar por si te encuentras en el aire.
Me gustaría ser de esas personas que llevan buena amistad con el alcohol, pero a mi ni el ron, ni el tequila me vienen lo bastante cargados. Me acostumbre tanto a verte tomar el whisky a secas que en realidad ya nada me asombra, que ya no tengo adicciones mas grandes que puedan contra mi necesidad de respirar de tu aliento, envenenando mis pulmones con el dióxido que me lanzabas.
Me conozco mejor las lineas de tu mano que las calles de esta ciudad. Me llegue a aprender tu tacto de memoria con las poquísimas veces que me rozabas los hombros con tus dedos, con la piel fría y llena de dudas.
Para mi no salia el sol hasta que tu amanecías, y tu siempre amanecías demasiado tarde, incluso después de despertar con la alarma. ¿Cómo puede ser que tu piel tenga el sabor de agua salada y arena? ¿Cómo puede ser que me haya gustado abrazarte ,con ese olor a tabaco que yo tanto odio? ¿Cómo puedes conservar el sabor de los azares y la luna llena en tu boca con tantos atardeceres?
Desde que llegaste, vi la ciudad con otros ojos, los tuyos. Me enseñaste lugares que yo jamas hubiera descubierto sola. Vestiste la ciudad con otro acento, el tuyo, que jamas me gusto en otros labios.
Vuelve, y dime que esta vez te quedaras, que yo ya no se si podre salir solo para tropezarme con los mismos edificios donde te conocí mas cicatrices.

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