Él es la mejor canción que he escuchado. Es, de algún modo, todo lo que le daba sentido a mis notas.
Sus cuerdas le daban potencia a mis teclas y cuando se fue éstas se fueron quebrando una a una.
Le he escrito otra canción, una canción que lleva su nombre impreso en cada estrofa y en cada rima de mis versos.
Paso las noches pegada al piano porque no me dejan dormir las melodías que le tengo. He despertado ya a varios vecinos y se han quejado de la soledad de mis letras.
Me han dicho que cada compás es como una nueva herida. Imagínate cuanta sangre he perdido.
Ellos no saben que no puedo detenerme, que tu pensamiento me tortura por la noche y que no me deja hasta que te saco en cada estrofa.
Pero aquí me tienes, tan tuya como nunca, como siempre me haz tenido. Tan idiota y enferma que sólo puedo ser feliz siendo una oscura esclava, pero así me encuentro, y así me pierdo un poco más a mi tratando de encontrarme en ti.
No hay comentarios:
Publicar un comentario