Al final termine escuchando esa canción...
Terminaste apareciendo desde el primer acorde.
Te confieso que no la veía venir y me vino... te viniste a quedar a vivir en la punta de mis dedos y también en el único rizo de mi cabello.
Ya me he recordado que no debo dejar que nadie me vea escuchando de nuevo esa canción y que tampoco me debo dejar disfrutarla porque corro el riesgo de encontrarme en ti (aunque sin ti).
Son 3 minutos y 12 segundos que me parecen una eternidad y un tremendo infierno porque no estás.
No puedo deshacerme de la melodía que ya hasta mis manos la tocan sin pedirme antes y sin previo aviso mis labios empiezan a seguirlas y que decir que me quema la punta de la lengua porque no puedo permitirme llamarte.
Tú la letra la conoces bien (la conocemos bien) y esa sonrisa estúpida que me cargaba.
Dejaré de escribirte entre paréntesis, pero no puedo.
Que ahora acaba la canción y sólo te puedo decir que debo detenerla la próxima vez desde el principio antes de que se me ocurra pensarte, porque siempre te termino escribiendo.
Me he preguntado si a estas alturas piensas en mi y me encuentro a mi misma dándome de golpes en la cabeza para sacar esa idea de mi mente, porque en realidad no quiero saber la respuesta (si ésta es no).
Creo que sólo quería que supieras que cada vez que no te llamo estuve a punto de hacerlo, y que estoy haciendo un esfuerzo titanico para no coger el teléfono (aunque para ti yo sólo sea un contacto más en tu agenda) y me muerdo las uñas para no escribir tu nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario