De escribir se muere y también de no hacerlo. Es un suicidio tan hermoso que nos hemos acostumbrado a etiquetar de poesía, y tan silencioso que solo nos grita por las noches sobre el papel.
Empiezo a abrirme las heridas cada vez que cojo el lápiz y cuando el carboncillo no puede escribir la intensidad de lo que siento me intercambio la tinta por sangre.
Me hubiera gustado ser de las personas que no tienen nada que decir, pero yo tengo tanto en la punta de la lengua que me asusta no llegar a respirar por tantas palabras que arremolino en mi pecho. Aun así puedes escuchar que me muero de asfixia con las palabras que he ahogado.
Y escribiendo descubrí que resultaba mucho mas difícil retirarse del campo sin darse guerra que seguir abriéndose las heridas constantemente. Y mis heridas ya se han acostumbrado a mudarse, y a asentarse más grandes, y a hacerme perder la cuenta.
Me empiezo a sentir como una pequeña coordenada sin dirección y no pude nunca ubicarme en ningún mapa, y jamas he terminado de empezar a sentirme así.
Me encerré a mi misma entre dos paréntesis mentales. Uno ligeramente apunta hacia mi nuca, donde espera a renacer; el otro sigue buscando hacia donde direccionar su pertenencia, y a apuntado ya a varias bocas y también a unas cuantas melodías, pero es tan inestable que solo dedica unas palabras y se muda de nuevo.
Escribir me empieza a resultar una practica un tanto egoísta, porque cuando escribimos no siempre escribimos nombres, aunque sabemos que estos deberían pertenecer a personas, o incluso a pensamientos. He escrito para mi, para no perder la cordura, para no buscar una cuerda o un puente o cruzar sin mirar dos veces.
Escribo porque de alguna manera me hace respirar con más facilidad, aunque irónicamente me robe los suspiros.
Tal vez solo escribo para traer de vuelta a unas cuantas coordenadas que ubique en mi mapa, o que en realidad las dibuje, porque estas personas jamas se quedaron y no quisiera que volvieran. Sigo abriéndome las heridas, y sangrando, y sonriendo... y escribiendo para tocarlas por un momento, porque no quiero que vuelvan si no vuelven para quedarse. Escribo porque jamas volvería a su lado y jamas volvería a vivir su perdida.
Y así es como cada vez que escribo pierdo un pequeño trozo de mi, pero se que esta mejor donde lo he dejado.
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