Tal vez te haz preguntado como a estas alturas me sigo acordando de ti. Aprendí que la distancia solo aumenta las ganas de echarte de menos, de escribirte y de escribirme contigo (de casualidad).
Debo decirte que todos los intentos ya me vienen quedando grandes y que con esa historia de que me invente la ultima versión de ti, debo decirte que he mentido.
Creo que solo quería decirte que no sabes cuánto duele cuando estas lloviendo y no tienes donde llover, o sobre quien morir, a mi me hubiera gustado ir a morir a tu lado.
He leído y hasta escuchado un montón de versos suicidas donde el que tiene la carita de tonto siempre va a encontrar su muerte en la pupila de quien ama, y yo me había encontrado en la tuya.
Podría empezarte hablar de reflejos, si eso te hiciera quedarte un poquito más, pero me he prometido no hacerte perder el tiempo. Y hablando del tiempo, yo no lo he perdido, te lo he dado. Considera que tienes el doble de tiempo si sumas el mío, y el doble de sueños si cambias mi insomnio.
No se que día sea, o si aun hay luz fuera de mi ventana, pero no me importa.
No importa a que hora te lleguen mis palabras, porque a estas no les he puesto fecha de caducidad, así que las puedes encontrar el día que sea, y sabrás que siguen sangrando en mi, y que la tinta aun sigue fresca en mis parpados y mis labios siguen mordiendo la pluma.
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