viernes, 3 de mayo de 2019
Capitán
Ni 10 años en la OTAN
me hubiesen preparado
para combatirte
porque aunque tuviese
un navío completamente armado
hubiese encontrado mi fin
en un par de pupilas
vesubianita.
Aguanté con vehemencia
todas tus bombas,
las recibí como flores
y las afligí con espinas,
desarrollé una piel de dureza 10
en la escala de Mohs
hasta me confundiste con un diamante
y me convertiste en uno de sangre.
Fuiste capitán de naufragio,
coronel sádico,
asesino a sueldo,
sayón orgulloso…
y me declaraste guerra
sabiendo que yo venía de una
que me había hecho huérfana.
Me duele reconocer
Hiroshima en mi corazón,
un paisaje desolado y destrozado,
una llaga enorme en la superficie terrestre,
la muerte se detuvo a observar
la gran catástrofe del hombre
y yo no me atreví a pedir auxilio
por miedo a que mi voz también se quebrara.
Quiero salir de mi encierro
contarle a todos
con orgullo y horror
que no eres el fin del mundo
que de tu mierda de lucha
se sobrevive…
Ahora puedo levantar mis ejércitos
porque conozco tus tácticas militares,
tus estrategias de combate en la batalla,
me sé de memoria tus formaciones,
y desencripté todos tus códigos.
Yo también puedo ganar
en tus juegos bélicos
porque he aprendido del mejor sicario,
he estudiado las torturas de primera mano,
desde la tuya,
mi amante verdugo.
Ahora puedes admirar tu creación,
tan letal como el cadmio,
terrorista ejemplar,
la envidia del Haqqani.
Te entra pánico
porque sabes
que hago todo
diez veces mejor
que tú,
con los ojos vendados.
Anuncia la retirada,
mi amor,
que no pretendo
detener mi ataque.
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