martes, 7 de mayo de 2019

Carta de amor desde una trinchera




Estoy en el pabellón de psiquiatría,
hace frío porque apenas está amaneciendo
este lugar me trae bastantes malos recuerdos 
dos personas detrás de mí hablan sobre fantasmas
...y yo estoy escribiendo una carta de amor.

Incluso al borde de un ataque de pánico 
sólo puedo pensar en lo mucho que te echaré de menos
aunque quizás a estas alturas me estés echando de más
de muchísimo más.

Escribir de amor en el pasillo de psiquiatría  
debe ser lo más parecido a volver  
al parque de juegos de tu infancia  
y encontrarlo oxidado,
pero no poder evitar la urgencia de subirte a un columpio,
porque es tu columpio
... aunque ahora el óxido te manche las manos
y no puedas llegar muy alto por miedo a romperlo.

Llevo días pensando que quizás el amor no pueda con todo.
El amor no te cura la depresión 
ni te quita las tendencias suicidas
ni hace que te olvides de la anorexia.

Y es una jodida putada,
porque yo te quiero tanto 
que de verdad quiero no estar triste
quiero querer no querer morirme
quiero querer comer sin odiarme.

Quisiera extirpar mi tristeza como un tumor 
sostenerlo frente a los ojos de mi madre 
y decirle que ahora puede abrazarme sin hacerse daño. 

Pero sólo tengo mi silencio, 
la incapacidad de moverme cuando me siento sola
y el frío invernal de mi hambruna
para sostenerme en la madrugada cuando no puedo llorar.

Te escribo:
"Si tú me pides que salte, 
me crecen alas." 

Y sé que a ti te daría muchísima risa leerlo
porque yo soy más de arrastrarme
de vivir buscando algo en el suelo
y levantar la vista sólo para darme cuenta
de que he creado un bache al caminar en círculos
y me he enterrado dentro.

Si comienzo a llorar me ahogo 
podría llenarte la copa con mis lágrimas, 
soy tan pequeña 
que si me tiras dentro de ella me disuelvo. 

Sigues sin entender de qué va volar sin hacer huracán
me estás echando abajo los cimientos que he construido,
no tengo donde refugiarme de ti
y tampoco quiero
aunque debería.

Una vez dije
que nadie debería temerle a las manos de quien ama,
y aunque me hagas muchísimo daño 
tus manos son mi arma favorita para autolesionarme.

Sé que un "Te quiero"
es tan peligroso en la boca de una loca
como regalarle fuegos artificiales a un pirómano,
pero déjame volar en pedazos este desierto
para mostrarte de donde mana el agua del mar
si eres tú quien dice mi nombre.



 

No hay comentarios:

Publicar un comentario