miércoles, 15 de mayo de 2019

Nuevas estrategias



Hoy quiero descansar de nuestras guerras,
quiero bajar la guardia,
quitarme el armadura
y descansar en una islita griega.

De nada sirve vivir conquistando 
si al final no queda ningún lugar 
a donde volver. 

He levantado la bandera blanca, 
pero se ondea trapo sucio 
sediento de lágrimas
y yo ya soy desierto.

Esta sensación de manos vacías
me resulta tan reconfortante,
ya no hay nada que destruir,
ya no hay nada que sostener
sobre mis hombros.

Resuena en mis oídos  
ese viejo dicho 
sobre la guerra  
y el amor. 

Quizás quien lo dijo 
no tenía ni mínima idea de lo segundo, 
porque si algo he aprendido de la guerra
es que las armas no tiran  
más que a matar. 

En la guerra y en el amor... 
si hacemos esa comparación  
algo estamos haciendo muy mal, 
no comprendimos nada. 

Ha llegado por fin 
la hora de reconstruir monumentos
de desintoxicar el aire
de romper la cuarentena
de proclamar la paz
de gritar en los balcones
que la guerra ha terminado.

Lo de ganar o perder,
son solo cuentos chinos.
¿A quién le importa ganar 
cuando se ha perdido tanto? 

A mí ya no. 

Estoy cansada de amontonar cuerpos
de llorarle a mis muertos,
de llorarme 
y de llevarme flores
para solo verlas pudrirse 
sobre mi carne blasfema.

He llovido tanto 
que mi llanto interminable
ha filtrado la radiactividad
de todo mi cuerpo,
ríos inmensos de podredumbre
y gritos de infantes muertos
que desaparecieron afligiendo
el último abrazo de su madre.

Me siento muñeca
                                 abandonada 
después de la catástrofe
recogida por una niña con cirrosis,
con unos ojos tan inmensos
que podrían engullir la Luna.

Ella me cuida
como si fuese lo más bonito
que podrá algún día sostener, 
y quizás sea cierto,
pero yo la quiero igual
y mis brazos de trapo 
se aferran a su pequeño cuerpo
cubierto de tumores.

Hoy mi pequeña niña tóxica 
quiere salir de la zona de exclusión 
y no sé cómo explicarle
que ya nadie confía en la energía nuclear.

No la puedo detener,
le han crecido alas de dragón
¿Quién soy yo para cortárselas 
si ella me las imaginó primero? 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario