Estos años
he vivido caminando de puntillas
irónicamente,
iba a paso firme
haciendo surcos en el lodo,
porque no quiero,
ni pretendo,
olvidar desde donde he venido.
Mi lucha
es una niña pequeña
con una granada
entre las manos,
continuamente
enreda los dedos en el anillo
amenazando con explotar.
No sé cómo explicar
que me contiene dentro,
y esa jaula me protege
y me hace daño
a partes iguales.
Hoy he decidido explotar,
romperme en mil pedazos,
concederme tregua,
hacerme la paz
y después el amor,
llevarme a casa
y mecerme en brazos
hasta quedarme dormida.
Llevo tantos años sin dormir
que mis parpados
se han vuelto
papel de lija,
puedo encender una cerilla
con tan solo pestañear.
Quizás ahora me atreva
a soplar una velita de cumpleaños
y pedir un deseo
con previo conocimiento
de que no se cumplirá.
Lo siento, mamá
hace mucho que deje
de pedir deseos,
porque lo único que quiero
es hacerte inmortal.
Ya no puedo seguir
aguantando la respiración,
tengo que explotar
y ver como mis mil pedazos
se esparcen como confeti.
Nuestros cantos
siempre fueron música de muertos
y ni enterados nosotros,
si lo hubiésemos sabido antes…
Te lo suelto así:
ya no puedo más.
Ya no pueden joderme más.
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