sábado, 12 de noviembre de 2016

Aquí va mi nombre y algún insulto.



He aguantado que se burlen a carcajadas en mi cara
mientras pido perdón por el daño que alguien más me hizo,
y de eso aprendí a doler como una enfermedad
y a matar como una bala que se clava en la sien con lenta desesperación.

Soy esa que nunca puede encender sus propios cigarrillos
que se quema las muñecas por diversión
y roba nicotina de bocas que no se atreven a gritar tonterías como himno
pero me he fumado todo el daño que hace el abandono
y nunca le he pedido a alguien que se quedara aunque estuviera muriendo de frío
porque siempre preferí quemar mis folios
a regalar mi dignidad por un incendio.

Soy una perra inmadura sin sentimientos
también una puta enamoradiza muy bocazas
que pide abrazos como un niño pide caramelos
y después desaparece como una zorra asustadiza.

La idiota bulímica que se pavonea de serlo,
porque nunca me ha dado vergüenza mi pasado,
aunque tampoco me apetece contarlo
porque no tengo demasiado futuro para dar mi presente.

La narcisista que besaría el espejo por el simple hecho de mirarse en él
y que lo estrellaría en mil pedazos por la misma razón.
No pienso explicar ni una sola de mis palabras,
sigan viendo en mi una estúpida niña superficial.

Soy una cobarde con demasiadas agallas
una valiente por miedo y obligación.
Nunca digo lo que quiero decir y lo hago muy tarde,
tiro de mi lengua hasta vomitar sangre.

Soy una escritora de mierda, una pintora de mierda, una cantante de mierda...
así también como un asco de persona.
Hago daño solo por hacerlo,
me insulto para provocarme una carcajada,
y corro de mí misma constantemente.

Soy la gorda anoréxica que traga 10 pastillas para poder dormir,
que bebe más de lo que puede respirar,
que pierde el conocimiento para regalárselo a cualquiera
que no tenga idea de cuánto duelen las heridas recién hechas al día siguiente.

Soy la gilipollas mediocre que renuncia a lo que quiere
porque es demasiado cobarde e inútil para luchar
y prefiere decir que no vale la pena sabiendo que valía la vida.

Soy la intensa de mierda que se alimenta de palabras vacías
porque así me siento más ligera y con más nauseas
para vomitar en la cara de quién se atreva a llorarme
sin antes haberme cogido la mano en un ataque de pánico.

Me he convertido en la dramática niña mimada que llora al romperse una uña
y me he arrancado todas para contar mis penas
ahora me da vergüenza el reflejo del retrovisor
y mi hobbie es escupirme a la cara
y hacerme cosquillas hasta provocarme arcadas.

Me rompí las costillas tratando de sacarme el corazón
para regalarlo a alguien que no le importa ni un poquito
a qué sabe mi tristeza,
soy tan ególatra que me he hecho ensayar mis lamentos.

Soy el lobo disfuncional de la manada
que solo pudo comerse a caperucita porque ella se lo permitió.
También soy la caperucita mentirosa que rompió a llorar
y jugo a ser víctima de su propia estupidez y tendencias suicidas.

No es ningún secreto que me gusta jugar a la ruleta rusa con los sentimientos,
los propios y los de las personas que juran quererme
para después de un beso darme una bofetada
que portaré con cariño, porque soy así de patética.

Soy el engaño más grande que he inventado,
el "no estoy bien aquí, pero tampoco lo estaría en otra parte".
Y es que no puedes ser todos los argumentos en contra,
pero me convencería cualquier vaso vacío.

Soy una maldita loca histérica depresiva psicótica
que no tiene ningún problema en suplicar tuberculosis,
que no le pesan las lágrimas, sino las comisuras,
que se arranca las pestañas para pedir un deseo que sabe que no se cumplirá.

Soy la pobre desgraciada que es lo bastante ingenua
para seguir haciendo equilibrio en la cuerda alrededor de su cuello.
Y también soy la perra insensible que corta todos los dientes de león
y los sopla en la cara de quién ruega un milagro.

Más triste que dar pena es dar miedo,
pero me está empezando a sonrojar tanta desnudez,
a mí, que nunca me ha importado el viento helado en mi piel,
hoy estoy dejando congelar mis entrañas
para decir con orgullo visceral: yo gano.

domingo, 23 de octubre de 2016

Eres el hogar en el que quise crecer cuando era pequeña.


Quiero que te quedes y no me atrevo a pedírtelo en voz alta, y tus ganas de no marcharte despiertan esa bestia domesticada que te obliga a escapar, cerrando todas las ventanas y tirando la puerta para provocarte el miedo suficiente para que te enamores tanto de mi que no quieras volver a verme.

A veces me gustaría pensar que no fueron tus pies los que hicieron de piedra todos los puentes colgantes que pisamos y así también con la cuerda floja que sostenía mi voluntad para seguir haciendo equilibrio entre trenes que se descarrilaban mientras yo fingía estar soñando. Ya no tengo miedo a correr si es contigo. mucho menos a rasparme las rodillas al saltar del columpio si caigo cerca de ti y me besas las manos al levantarme.

Apuesto a que tus ojos brillaban en Navidad, más que las series de luces de colores del árbol, cuando abrías los regalos destrozando la envoltura, sin un atisbo de vergüenza y esa sonrisa de haberle robado un bocado al universo.

Yo que soy de temerle a los monstuos del armario y tú, que eres de sentarte con ellos a platicar... aún tengo tanto que aprender de ti, astronauta de imposibles. Vives con la cabeza en las nubes y aún así eres la única persona que me pone los pies en la tierra sin intentar cortarme las alas.

Me da miedo pensar en todas las veces que he considerado salir de casa y abandonarme en la banca de un parque cualquiera y regresar con los bolsillos vacíos y los dedos congelados de metérmelos al pecho buscando el corazón que he hecho pedacitos y tirado como migajas de pan, esperando a que alguien las siga o a que me lleven al camino de regreso a mi agujero de conejo.

Se está empezando a hacer tarde, al menos ahora debería serte sincera: me hubiera gustado que no te importase tanto entender por qué decía las cosas que decía, no me gusto que te quedases a memorizar cada una de mis cicatrices porque ya no puedo encontrar mi tristeza.

Postdata: A veces me hago pequeña fantaseando que fuiste mi compañero de juegos y por un momento no existe mi miedo a las hormigas rojas, ni a los payasos: le quito las rueditas entrenadoras a mi bici y me atrevo a salir de casa: bajo las escaleras de dos en dos tarareando mi canción favorita: y sobretodo, me atrevo a recorrer ese pasillo que evitaba mirar en aquella casa donde me rompí uno a uno todos los dedos, y es que desde que llegaste me dejó de aterrar la oscuridad porque enciendes todas las velas, aunque no sea mi cumpleaños, para que siga pidiendo deseos.

domingo, 2 de octubre de 2016

Pequeña lista de cosas que normalmente escondería.



Jamás le he podido explicar a alguien por qué me hice pedazos tan pequeños que después sólo soplé en casas de muñecas de desconocidos que pretendían conocerme.

No sé si son bombas atómicas o mariposas el dolor en mis entrañas, y dudo de ellas como si no hubiera comprobado ya que una lleva a la otra y así siempre hasta terminar con deformidades en el corazón.

Me gusta hablar de volar y lo que no admito es que es más como ingravidez y la gravedad del asunto es que quisiera que fuese de amor y no por miedo a sentirlo.

A veces hay días en los que me vendría bien que alguien me tomase de la mano y que no me dejase ir, que vea mis cicatrices como quien lee un mapa de su lugar favorito y que no tenga miedo a romperme pero que jamas lo intente.

Me he quedado demasiado tiempo en el mismo lugar esperando que pase algo que no sé si quiero que pase o qué haré cuando pase, que me he empezado a encariñar de la incapacidad para irme a cualquier otro lugar donde se me reciba con una taza de té de manzanilla y un beso en la frente.

He querido tanto a personas que no me han querido que cuando alguien lo ha hecho conmigo me ha dado un ataque de pánico en el cubículo de un baño escolar y sostuve mis piernas por miedo a salir corriendo aguantándome el sabor amargo en la boca que me provocaba el terror.

Me llene tanto de sueños que terminaron provocándome un dolor de estomago que sólo me hizo vomitar por 6 años y aún me estoy lavando los dientes para no volver a tragar ilusiones como si de caramelos se trataran.

Nunca digo cuando me hieren por mucho que me claven el cuchillo en la herida y lo retuerzan, por miedo a que dejen de sostener el cuchillo y tenga que ser yo quien lo saque, porque soy de quienes abren la herida y sólo observan la sangre correr con expresión catatónica.

Me he quedado con el dolor en los brazos por no abrazar a quien quiero, me he mordido la lengua hasta hacerla sangrar por no decir lo que siento en voz alta, me he quebrado ambas piernas por no salir corriendo detrás de lo que realmente importaba.

Aún no sé si es que te amo o que me muero de ganas de que pase algo que consiga que lo haga; si tú me amas o si sólo quieres que crea que lo haces.

Me hubiera gustado que no me gustase tanto tu risa.



miércoles, 21 de septiembre de 2016

El cuervo al otro extremo del hilo rojo.


Debes aprender una cosa, yo también sé hacer daño y sé donde doler.

Quiero mentirte siempre; mirarte a la cara y decirte con toda la felicidad del mundo que he dominado el truco de romperme el corazón frente a las masas sin dejar escapar ni un sólo suspiro; que ahora soy capaz de hablar de ti y que ya no se me pone la sonrisa de idiota en la boca; que puedo querer a cualquiera y jurarle amor mientras me sostiene la mano como si fuera de cristal sin detonar mis bombas en su cara para decirle que no le quiero ni un poquito y que siempre será así.

Me he enamorado tanto de mi que no puedo permitirle a nadie más hacerme el daño que podría causarme yo, ni siquiera a ti, que te he dejado meter el dedo en la herida sólo para que dejaras de tocar las tuyas.

Apuesto a que no tienes idea de por qué mi color favorito es mi color favorito. ¿Acaso sabes cuál es mi color favorito?

Nunca he pedido perdón por hazme polvo y dejar que me soplen o me pisen, pero ahora lo están exigiendo a gritos todos los espectadores de mi suerte, y tú que has sido un golpe de suerte, vas dejando moretones en mi coraza de erizo y quebrando mis huesos de marfil dejando vivo al elefante lejos del cementerio.

Ahora pídeme que te llore. Implóramelo de rodillas y con la mano en el corazón, el mío, el que tú tomaste en esa estación cuando te pedí que me empujaras a las vías; ahora sólo queda un cuerpo deformado con el corazón intacto, vivo, que le pertenece a alguien más que no puede diferenciar una bomba de tiempo de un órgano.

En fin, ahora estoy llorando frente a todos los que una vez quisieron verme hacerlo. Sigo de pie, mis piernas han echado raíces en el suelo que besó tus pasos. No deberían darnos vergüenza las lágrimas, lo que nos debería matar de pena es enamorarnos cuando nos habíamos jurado jamas hacernos ese daño.




viernes, 16 de septiembre de 2016

¿Me he dado a entender?



Si tienes en cuenta todas las veces que he caído entenderías por qué he aprendido a levantarme y también por qué ya no quiero hacerlo si no te tumbas un rato conmigo. Llevo años corriendo y tienes certeza de que soy capaz de gritarte que te quiero mientras corro en la dirección contraría, de pedirte que te quedes mientras hago las maletas.

Ahora te miro con los ojos de quien sabe que no podrá volver a escribir sobre la distancia sin terminar pensando en esos cinco centímetros que nos separaban y que no me he atreví a hacer desaparecer pero que me moría de ganas de hacerlo.

Soy desagradable. Ojalá tuviera el corazón para decirte que te odio, pero me limito a describirte en la madrugada cuando el alcohol me permite contar en voz alta lo que siento sin atarme la lengua con las agujetas y a curarme las heridas por si te acercas y quieres quedarte un momento a dormir en mi calma suicida.

Todos a mi alrededor me dicen una
y otra
y otra
y otra vez
que estoy dejando pasar el tren de mi vida.
Aún no se dan cuenta que teniendo la vida y a ti enfrente
te he puesto a ti delante.

No me he atrevido a decirte que cruzaría cualquier puente colgante con los ojos cerrados si me tomas de la mano. Soy una idiota, nunca digo lo que siento cuando es el momento, siempre siempre llego tarde y el problema es que tú no estabas entre mis planes y aún así quiero seguir tropezando contigo. Si fueras cualquier otra persona me dejaría besar y te besaría.

Apagaré la luz, quiero saber todo lo que piensas y no dices en voz alta. No sé qué estoy haciendo, hay una sombra en el lugar que he ocupado toda mi vida y tu llegas a ponerme el mundo de cabeza porque una vez te dije que ojalá pudiera pisar el cielo para ser una estrella y pedirme un deseo al caer.

Sabes que nunca tendrá mucho sentido lo que digo, en este momento me jugaría la cordura y también la seriedad por escuchar tu risa comiéndose todo el ruido a mi alrededor. Existes y a mi aún no me han entrado ganas de huir.




lunes, 12 de septiembre de 2016

Exijo mi derecho a ser princesa y a que jueguen conmigo.




Entras en mi rutina, en mi casa, en mi vida... como si tuvieras la intención de quedarte hasta que yo muera o me mate, como si te fueras a matar conmigo si lo hiciese; como si no supieras que me duele el cuerpo entero por los huesos que he obligado a que me rompan, como si no tuvieras idea de que eres un golpe de suerte y que toques donde toques estás haciendo daño a alguien que siente algo (por ti).

Ahora mismo quisiera hablar con alguien que no entienda para nada lo que digo, que me mire con cara de pena y decirle que el tornillo que me falta te lo he dado a ti y que lo has tirado al mar y que desde entonces sé que he de morir ahogada.

La verdad es que no duele tanto como parece, como debería; pero cuando estoy sola la herida se abre un poquito para verme de reojo, para sonreírme de lado y mostrarme sus colmillos y me muerde tan fuerte que ojalá me arrancara el corazón y lo escupiera en una banca del parque para decir que siempre estoy ocupada y nadie se quiera sentar junto a mi por miedo a que me quede callada.

Yo que jugué al amor y acabe golpeando la cabeza contra el espejo, te pido que pierdas mi zapatilla de cristal o se la des a cualquiera que te quiera mucho menos que yo; ojalá que se le rompan los tobillos para que alguien pueda entender lo mucho que me costó dar un paso hacia atrás, lejos de ti.

Aún no me voy. Sigo escuchando las mismas canciones y aún bailo igual en todas.

Me pasa que me pasas y que al mismo tiempo no.

Los pasos hacia atrás por lo general son tropezones, los Lunes otra excusa para el desamor y para preguntar por ti.


Y por último, que no. No somos el amor de la vida del otro, pero que bien nos desordenamos la vida juntos.



martes, 6 de septiembre de 2016

Léeme si me empiezas a extrañar.

La única herida que deberías llevar en el corazón es la que te deja no poder terminar la mejor canción que has escrito, chicas huracán que te destrocen salen sobrando. Esto es lo mejor que he hecho por ti después de todo.



Ahora puedes tener mi corazón, ya no lo quiero. Lo he hecho una mierda, tal como dijiste que lo haría el día que decidiste que me ibas a odiar.

Recuerdo perfectamente que te prometiste que algún día ibas a ser tú el que secara mis lagrimas antes de que algún otro lo hiciera y mira como terminamos, te empeñaste tanto en hacerme llorar que lograste que no quisiera hacerlo nunca contigo por miedo a hacerte reír.

Tú nunca entendiste que si no me quebraba frente a ti era porque sabía que serías incapaz de recoger las piezas y y no quería que te cortaras los dedos intentando hacerlo porque no iba a ser yo quien relamiera tus heridas.

Tendrías que verme ahora, a cada paso que doy se escucha el tintineo de cristales rotos que habitan en mi caja torácica, perforándome los pulmones dejando que el humo de los coches infecte hasta lo más profundo de mis entrañas.

Tú siempre me abrazabas tan fuerte que me entraban ganas de vomitar y querías pensar que las nauseas eran síntoma de palabras que no te decía y yo te deje creerlo como quien no quiere tocar la herida infectada por miedo a hacerle más daño.

Lamento que pensaras que eras especial sólo porque te platique la historia de alguna que otra cicatriz; que pensaras que porque me habías visto reír eras tú la causa de mi felicidad; que pensaras que alguna vez te quise tanto como tú lo hacías conmigo.

Supongo que nunca vas a comprender porque me quede muy callada cuando te confesaste, no tenía nada que decir. Me dijiste casi como una amenaza que un día me iba a arrepentir de vivir con mis aires de cinismo y complejo de Miss Carrusel y yo te dije que era lo único en lo que alguna vez ibas a acertar sobre mi.

No creas que vengo a decirte que te extraño, o que me equivoque y te quiero de verdad. No... Pero he roto la promesa que te hice una vez, cuando me pediste que te escribiera y te dije que jamás escribiría sobre ti, hoy lo estoy haciendo y lamento que no sea lo que esperabas.

Ahora debo confesar que nunca te llore, ni siquiera te extrañé un poquito aunque sabía lo mucho que querías que lo hiciera.

Yo que te hable de mis ganas de morirme para que te entraran a ti las ganas de largarte y tú que lo interpretaste como un grito de auxilio y solo continuabas acercándote y yo dando pasos hacia atrás, hacia el borde del abismo y cuando caí no quise tomar tu mano. Yo ya caigo y es el resto el que le tiene miedo a sentir el vértigo golpear su cuerpo, estoy tan mareada que ya no le tengo miedo a bailar.

A veces me gustaría en verdad ser la perra sin corazón por la que un día me tomaste, a la que un día le rogaste un beso y se escondió las manos en el abrigo. Después de eso dijiste que yo tenía razón, que nunca iba a valer tanto la pena como para perderla y me deseaste pesadillas todas las noches y que nadie fuera capaz de despertarme.

Un día de estos volverás a toparte conmigo después de haber leído esto y te costará mucho más fingir que no me dejaste conocerte entre conversaciones estúpidas de madrugada cuando yo insistía en contarte de la última película en proyección y tú a convencerme de que me podías salvar la vida como si yo ya hubiese terminado de complicármela.

Lamento no poder llorar lo que hemos perdido.

martes, 30 de agosto de 2016

El "nosotros" es un riesgo seguro de fractura.


Tengo apenas el poco tiempo que dura esta canción,
me estoy permitiendo agrietarme un poquito,
sólo poquito, lo necesario para desbordarme sin romperme.
Me ha dado vueltas el mismo pensamiento en la cabeza,
es más un sueño del que no he podido despertar
pero tampoco quiero hacerlo.

¿Estamos en el lugar correcto?
¿Debería acercarme un poco más?
¿Y si me alejo?
¿Y si me quedo...?
Debería moverme y me quedo en el mismo lugar,
porque recuerdo quien soy,
mi nombre,
el de mis padres,
y luego veo las cicatrices que me he provocado.
Quisiera olvidar mi nombre.

No me mal entiendas,
pero si no fueses quien eres,
volaría todo el miedo con los fuegos artificiales de Navidad;
me jodería la vida en tu nombre, te la desordenaría a ti;
me importaría muy poco que un rayo partiera nuestro corazón;
mostraría las heridas como si de tatuajes se trataran;
y después te olvidaría.

Jamás había conocido a alguien que cayera tan bonito
y aún así tuviera la fuerza para soportar mi tristeza en un hombro.
No te ofendas, siempre recojo las migajas
porque me aterra que las sigas
y te pierdas en mi laberinto de rotos
y que al hacerlo termines odiándome
tanto como yo lo hago conmigo.

Me he cortado al pasar página muchas veces
y he relamido las heridas hasta que quedé sin saliva.
Te prometo que un día de estos aprenderé a bailar sin dejarme caer
y a volar sin amarrarme los pies al suelo.

Que bonito tú,
que bonita la forma en la sonríes como si no hubieses llorado nunca,
que bonito tu corazón, que es demasiado grande para caberte en el pecho
que bonito cuando caes y yo me tiro primero para que no toques el suelo.
Me empieza a gustar esta ciudad, sigue existiendo.


Tú que ya has marcado los puntos en el mapa de todos los lugares donde te he confesado que quiero morirme, dime que me quieres en cada uno de ellos y rompe uno a uno todos mis huesos y dame un beso en la frente cuando cierres mis ojos y dime que me odias como no has sabido odiar a nadie más y que al menos en eso soy la primera.



lunes, 22 de agosto de 2016

¿Has escuchado de los erizos? Pues así también conmigo.


Vivir en la cuerda floja, jugar a hacer equilibrio con la vida hecha pedazos y una mitad del corazón en cada mano, colgarse de la cuerda creyéndose tiburón.

Tengo frío, pero no te he pedido que te acerques ni tampoco yo lo he hecho, porque eso va contra todos mis finales (sí, finales, porque todos los principios los he quemado).

La risa más fuerte que he soltado fue aquella que se escapó justo antes de romper a llorar, y no he llorado de aquel modo frente a nadie más que no seas tú.

Es tan jodido que todo lo que de verdad me importa termine sangrando al abrazarme. No te acerques demasiado, a ti no te quiero romper.

Me he quedado muda de tanto hablar sin decir nada y me he desnudado de tanto escribir soltándolo todo. Yo no sé dónde se guardan los secretos pero tampoco de cómo se dicen. Pero también soy consiente de que las palabras que no he dicho le pudieron haber salvado la vida a alguien y que hay palabras que debí callar para conservar completo alguno que otro corazón.

Hoy me vendría bien no sentir nada (por ti) y aun así no puedo negar lo bonito que se siente sentir de todo. Tranquilo, no me has roto el corazón; el desorden ya estaba antes de que tú llegaras, mi pecho es un campo minado de margaritas que han decidido que todas sus respuestas serán "no".

Ojalá que aparezca alguien que me quiera mucho para ser capaz de no quererle nada. No lo tomes a mal, yo también tengo la ilusión de hacer todo el daño que me han hecho. (¿Eso en qué me convierte?)

Han llenado mi corazón de energía nuclear y se atreven a venir a hablarme de lo de Chernobyl mientras a ti te dejo llorar sal en mis heridas. Me he convertido en una bomba de tiempo que te va a explotar en la cara pero yo aún no encuentro una mejor forma de matar al tiempo que no sea contigo.

Te lo diré de otra manera, cuando me tocas duelo.

martes, 26 de julio de 2016

Más o menos de eso hablaba la canción.

Nos refugiamos en las metáforas porque la vida a veces nos duele demasiado para hablar como un cuerdo.

Despertar con la certeza de que hay una persona que desea darte los buenos días antes del desayuno.

Alguien que no deja de sonreír y te sigue mirando cuando cierras los ojos y que cree en ti cuando tú dejas de hacerlo contigo.

El frío como excusa para pedir un abrazo en invierno y una taza de té de manzanilla con un beso en el borde y otro al tocar fondo.

Un cepillo de dientes de más en el lavabo, dos pares de pantuflas diferentes al pie de la cama, el otro lado del colchón ocupado, el mal coro en tu canción favorita, el tráfico como terapia psicológica gratuita.

Preparar el desayuno poniéndole caras felices a los panqueques, pintar corazones en las tazas de café, el jugo de naranja recién hecho.

Compartir el insomnio y las mañanas con resaca, la vida.

Las noches de películas a medias, los paseos por el parque, el algodón de azúcar, los "he tenido un día terrible, no quiero hablar, pero quiero que te quedes... conmigo".

Los semáforos en rojo, cruzar las calles con los ojos cerrados.

Enamorarte de las alturas sin hacerlo antes de la caída libre.

Decidir qué quieres vivir justo al contraer una enfermedad terminal y morir de una enfermad con esperanza de vida.

Perder la única razón por la que el sol no quema, sufrir el frío del verano; apostar las ganas de volver a sonreír, olvidar los motivos para hacerlo en la banca de algún parque donde alguna vez dos personas se quisieron.

No creer en el futuro por cargar a cuestas el pasado.

Descubrir el secreto de todos los trucos de magia, hacerle una autopsia al sombrero de un mago, los regalos sin envolver, las cosquillas sin las carcajadas.

Un vestido sin estrenar, una mesa adornada con velas sin enamorados, una perla que no ha visto el mar, charcos sin saltar, poemas sin recitar a media luz.

Caer del sube y baja y no querer volver a subir, el árbol del ahorcado sin un columpio donde los niños le muestren que existen las segundas oportunidades, una segunda oportunidad sin esperanza e ilusiones, pedir un deseo con los ojos abiertos, una velita de cumpleaños sin apagar, un relicario sin foto.

Decir "Adiós" con la boca llena de "Te quiero"s, escribir "Te quiero" y no atreverse a decirlo en voz alta.

Ver la caída de la Torre Eiffel, la extinción de las abejas, un incendio forestal, un libro sin leer, una guitarra que jamás es tocada, el asesinato en masa de todos los colibríes, un anillo de compromiso que vive en el aparador, un acuario para tiburones.

Descubrir que en el amor todos somos suicidas y que de enamorados somos tremendos imbéciles con la cobardía en la punta de la lengua y las agallas enredadas en el corazón.

Que si, que yo también me mordí el corazón al hacerlo con la lengua.

viernes, 22 de julio de 2016

Conservamos aún el polo norte.

Siempre nos vamos a encontrar en todos esos lugares donde no estuvimos porque fue precisamente en ellos donde más nos quisimos.


Soñé con ese beso que no te roba una parte de tu corazón, con ese abrazo que no te quema los brazos rogando que no se acabe.

Soñé que yo no llegaba tarde a tu vida, que llegaba justo en el momento en el que debía, que no había contratiempos, ni platicas en tercera persona.

Soñé que me querías, que yo también lo hacia y podía escuchar a todas las personas que alguna vez nos quisieron juntos aplaudir y vitorear nuestro primer beso.

Soñé que yo no me alejaba aquella ocasión cuando me pedías con la punta de los dedos cogerme de la mano hasta que llegáramos a casa, que cantábamos la misma canción sin mordernos el corazón, sin mentirnos a los ojos jurándonos un "siempre".

Me imagino un mundo paralelo cuando nos encontramos, donde no temblamos de miedo con un beso en la mejilla, donde las despedidas no son un acuerdo de confianza para guardar un secreto a voces, donde los "te quiero" no llevan implícito un "sólo si tú también...".

Me dio por condenarme a que aunque me cortara la cabeza, seguiría pesando en ti... porque a mis brazos les hace falta tu cuerpo, porque hay un hueco entre mis dedos donde debería estar tu cabello, porque siento el frío en mis hombros donde debería ir tu brazo, porque estoy echando de más el espacio donde jugaban tus dedos en mi cintura y mis piernas me hacen tropezar porque tus pasos ya no marcan el ritmo al caminar.

Escuché una canción que describe perfectamente lo que te he querido decir desde hace tiempo, me han entrado ganas de que la escuches pero me limito a cantarla a gritos mientras conduzco y finjo que no soy yo y finjo que no duele visitar los mismos lugares en los que nos destruimos de la manera más inocente.

Está bien. Estoy bien.
Ahora que te conozco, ahora que eres tú quien me ha matado (créeme, no hubiera deseado nunca que hubiera sido alguien más porque no sabrían hacerlo con toda la ternura de la que eres capaz) estoy preparada para ver el fin del mundo.

En fin...
soñé...
te soñé...
soñé que nos encontrábamos en ese lugar del que siempre hablábamos
y ambos sabíamos que por fin estábamos en el lugar correcto en el momento indicado.



Ojalá no me hubiera dolido el pellizco.




jueves, 21 de julio de 2016

Mi infancia se está enamorando de la tuya.


Me gustas como para compartir mi fuerte de mantas contigo y dejarte observar las estrellas en el techo de mi habitación. Como para hacerte cómplice de mi asalto al jarrón de las galletas y al cajón de los dulces y compartir nuestro botín bajo las sábanas importándonos muy poco aquello de las caries.

Me gustas tanto que te daría uno de mis terrones de azúcar a la hora del desayuno, te dejaría tener el primer bocado de mi emparedado y me comería las verduras de tu plato. Saltaría charcos contigo con mis mejores botas puestas y mi vestido más bonito y aún así sé que sonreiría como la primera vez que vi los fuegos artificiales.

Por un día en el parque contigo podría pasar por alto los piquetes de mosquito, las hojas en el cabello el pasto en mi suéter, las rodillas raspadas y las mejillas tostadas por el sol.

Estoy empezando a creer en todas las historias que me cuentas. Tengo unas ganas enormes de abrazar a la gravedad en una caída libre, de probar la comida de astronauta en la cena, de declararle tregua a la soledad y convencerla de que está más bonita acompañada.

Me gustas para recorrer el mundo en una alfombra mágica, para posponer mi hora de dormir porque contigo ya estoy soñando, para bailar en la playa canciones que nos inventamos y correr de las olas jugando a que son monstruos... pero te confieso que contigo soy valiente y me haces sentir como superheroe y no hay un sólo monstruo en este mundo ni en otros al que no me pueda enfrentar si me coges de la mano: haz hecho que todas las sombras en mi habitación se desvanezcan con tu luz.

Te quiero de la forma más inocente y explícita posible.

martes, 19 de julio de 2016

Final warning.


Voy a confesar que de enamorada soy muy insoportable,
tiendo a escribir demasiadas cosas cursis,
doy regalos sin ocasión especial y sin esperar las gracias.
Me gustan los mensajes largos
los "buenos días, espero que hoy te sonrían todos los dientes de león",
los "buenas noches, agrega otro beso a los muchos que te debo".
Olvido las fechas importantes, pero hago que todos los días importen;
no digo suficientes "Te quiero", porque doy por hecho que lo saben;
me sonrojo demasiado, puede parecer que estoy aguantando la respiración.
Doy demasiados pasos hacia atrás, y hacia adelante sólo para saltar;
exijo demasiados abrazos duraderos, pero no sé darlos:
y me quiebro con facilidad algunos meses.

La primavera siempre me sentó mal,
será porque abril me trae malos recuerdos,
o porque en mayo me da por fingir que he madurado,
A mi noviembre me cala de manera especial,
me da por dejar rodar las lágrimas
y hundir mi cuchara en el bote de helado.

Soy una persona depresiva por naturaleza,
siempre vacío el vaso para no ahogarme,
digo lo que pienso a medias y sin pensarlo,
me corto el cabello para evitar hacerlo con la cabeza,
vomito para ver si así se me deshacen todos los nudos en la garganta
tengo tendencias autodestructivas que resultan inaceptables.
En resumen, soy una chica normal,
no tengo nada de especial ni razón para ser única
y no me molesta en lo absoluto ser como las otras chicas
ya me he enamorado de alguna de "las otras chicas".

Le huyo al amor y suelo sabotearme con frecuencia,
odio las mariposas en el estómago,
los ojos llenos de ilusión vacía,
la sonrisa de estúpida que pongo al verle,
el sudor en las manos que me tiemblan de nervios...
odio preguntarme si mi maquillaje sigue en su lugar,
si le ha gustado el color de mis labios,
si cree que con ese vestido me veo guapa.
Odio tener que pensar en la aprobación de otra persona,
porque soy tan exigente conmigo misma
que me pongo altas expectativas frente al espejo
y me escupo a la cara al no cumplirlas.

Extraño en silencio,
quiero a destiempo,
amo de manera dolorosa,
y siempre
siempre
siempre
me despierto 5 minutos antes
de que suene la alarma...
y así también con las despedidas.

Soy la estúpida que se metería todos los chicles a la boca
para crear una burbuja en la cual pudiéramos salir volando,
la que masticaría plastilina si se trata de pintarnos de colores,
la que a pesar de todos los tropiezos sigue poniendo la misma piedra.
Soy una idiota con un corazón subnormal y dislexia emocional,
pero soy la idiota que se queda después de que todos se hayan marchado,
la idiota que se cura las heridas plantando flores en ellas.

Soy la idiota que le querría
incluso después de que usara como balón mi muñeca favorita,
incluso después de que se burlara de mis lágrimas de cocodrilo.
Le querría, y mucho.

Le quería...
Y le volvería a querer si me lo pidiese.

martes, 28 de junio de 2016

El que yo sea así no justifica que sea así.

Yo que tengo todas las palabras en la punta de la lengua no sé cómo decirte que te quiero para que te lo creas.



Tú sabes que soy una valiente que se muere de miedo pero más de ganas,
y yo entiendo que seas un cobarde con muchas agallas pero con más dudas;
así que espero que tú comprendas por qué no puedo simplemente emprender una caída libre sin calcular antes los daños.

No me odies por no creer o no querer creer en el amor, porque ya conoces mi pasado y me han lastimado tanto que ahora soy un animal herido y no sé amar de otra manera. Tengo tanto miedo por lo que viví que cualquier aplauso en mis oídos suena como a las bombas que veía caer por mi ventana.

A veces el mundo da vueltas a mi alrededor y me siento como un carrusel, amo ese momento en el que los cuerpos se vuelven figuras amorfas y los rostros se mezclan y ya nada tiene sentido porque las voces parece que se fusionan con los susurros del viento y las miradas de desaprobación a mis cicatrices de papel se desvanecen entre lineas y luces de colores. Y debo de confesar que de alguna manera tú apareciste entre todo ese mar de sinsentidos como un relámpago en medio de una tormenta alumbrando mi habitación y tu voz fue el trueno que hizo que mis fantasmas se estremecieran.

De espalda a ti, me lleno de valor y soy capaz de luchar contra todo el mundo si me lo pides. Y aquí te lo dejo bien en claro: sólo te daré la espalda si es para luchar contra todo el mundo para protegerte.

La mayoría del tiempo no tengo idea de porque hago las cosas que hago y porque siento la necesidad de llorar por llorar, tal vez es la certeza de que moriré ahogada porque llevo demasiado tiempo aguantando la respiración para que no se me noten los suspiros y los latidos acelerados.

No tengo nada en su sitio, pero puedo encontrar todo lo que me pidas. En ocasiones tengo la sensación de que tengo las manos tan llenas de planes que se me escapan entre los dedos como si de arena se tratase y me entran ganas de ser reloj para tener todo el tiempo del mundo y pararlo para ti.

Cambiaría toda la primavera por un invierno a tu lado, pasaría frío si se trata de ver las estrellas contigo en el tejado como dos gatos que no quieren dormir porque ya están soñando. Te intercambio todas las mentiras que convertí en cuentos para dormir por las historias sobre tu niñez y una interpretación de esa carcajada de cuando descubriste las cosquillas.

En fin, sólo me quería disculpar por besarte sólo cuando tengo las manos atadas a la espalda.


Ahora comprendo que si las cosas no salen bien es porque no estamos abriendo del todo la puerta.


lunes, 20 de junio de 2016

Aspiraciones autodestructivas.


Me siento como aquella niña que se le cae el caramelo de la boca y se lo vuelve a meter porque es su caramelo, sin importarle que esté lleno de tierra por los pasteles de lodo que aún no se cocinan. Y así también con tus labios, que saben a todas las bocas que besaste buscando la mía.

Me escondo debajo de la mesa a comer una segunda porción de postre recién robada. Aprendí a la mala que aunque nadie me vea, las caries aparecen y duelen casi lo mismo. Así se siente esconder que te quiero, con toda la culpabilidad de guardar un secreto a voces, con todo el dolor de no poder decir cuál es mi sabor favorito de helado.

Eres lo más triste que recuerdo sobre mi infancia porque te pareces bastante a ese compañero de juegos que siempre rogué en silencio que me hablara porque yo era demasiado tímida para hacerlo primero.

Si te quedas un rato más en la cama te canto todas las canciones que me susurraban mis padres al oído para poder lograr que me durmiera y que a mi siempre me provocaban ganas de llorar pero no lo hacía. Esta vez voy a llorar mientras te las canto a gritos porque no estás aquí y yo no puedo dormir sin que tú me pidas que lo haga.

No tienes idea de cuánto estoy extrañando a todos mis muñecos de peluche porque tengo unas ganas enormes de contarles sobre ti. Pero ellos, al igual que todo lo bueno que puedo recordar de mi infancia, desaparecieron hace ya un tiempo entre folios que me cortaron los dedos, así que no me vengan a decir que no duele pasar pagina porque yo ya he relamido todos los cortes y siguen sangrando.

Tratar de alejarme de ti es como quitar la bandita de la herida que aún no sana y que sólo la abriré al hacerlo. Esa bandita que tú pusiste en la herida que me hizo alguien más y que no me preguntaste cómo la obtuve porque entendías que dolía más decírtelo y ojalá no lo hubieras tenido que hacer, así que sin preguntar la besaste y cuidaste de ella.

He dicho "Adiós" tantas veces sin sentirlo como una despedida y más como un funeral en el que se le llora a un ataúd vacío porque ni siquiera hay un cuerpo sobre cuál llorar. ¿Cuántos funerales más tendré que conocer para ser yo, por fin, la que habite ese ataúd donde me enterrarán viva? Inmortal, cuando te conocí fue una despedida definitiva porque fuiste un disparo de vida directo a la sien de mi futuro.

Lo que quiero decir es que eres lo mejor que había hecho por mí. Que todos antes de ti eran simulacros y tú eres el incendio que vino a acabar con la oscuridad y ahora sólo quiero quemarme porque estoy harta de fuegos fatuos y de amor bajo cero.

sábado, 18 de junio de 2016

Aquí está el "pero".


No sé cómo decirte esto...
La verdad es que no soporto
que tú siempre quieras tener el último argumento;
que creas que siempre tienes la razón;
que hables con tanta confianza;
que tengas un ego tan grande que no te cabe en la boca.

Odio que sonrías tanto,
que seas capaz de tanta positividad;
que sepas exactamente cómo hacerme reír
cuando estoy demasiado enojada para hablar;
que conozcas la forma de abrazarme
para hacer que deje de llorar;
que hayas memorizado la cara que pongo
cuando las piedras que me lanzan me han herido.

Lo que más me molesta de ti
es que finjas que no sabes de lo que hablo
cuando hablo de vértigo,
cuando te cuento historias de fantasmas
y te digo que yo los he visto a todos de frente
y que he dormido abrazada a ellos
porque me han tenido más miedo a mi.

Me saca de quicio que te empeñes en ser fuerte
que no te permitas romperte un poquito
porque puedo ver que te está consumiendo.
A veces siento que entre la persona que eres
y la que quieres ser
hay una herida muy grande.

Y lo que odio más,
lo que no aguanto,
lo que me enloquece...
es que seas la primera persona
a la que quiero desearle "buenos días", "buenas noches";
a la que le quiero contar todas mis historias
sobre castillos de arena alcanzados por un rayo;
logras que te eche bastante de menos
porque hallaste la manera de que todo me recuerde a ti.

Odio que hagas que mi estómago sea metáfora de una lavadora
...o al revés...

Te odio
porque tu risa me da ganas de vomitar mariposas,
porque cuando estás cerca la gravedad desaparece,
porque me haces dudar de mis teorías sobre el caos,
porque de verdad que no había sonreído tanto antes...

Nadie nunca me había hecho perder tanto la paciencia,
ni querer gritar sólo por querer hacerlo,
no había odiado tantas cosas en una sola persona
y hay tantas razones por las que debería odiarte...


...pero te quiero.

martes, 14 de junio de 2016

Puedes presumir de que un carrusel se enamoró de ti.


Déjame que te explique algo...

Mi tristeza siempre es más grande que mi sonrisa
y en la noche se me desborda por los ojos,
es por eso que necesito ahogarme antes de dormir
y es también la razón por la que siempre despierto con sed.

A veces hago cosas que no quiero hacer
porque no me atrevo a hacer las que quiero
por miedo a que resulten todo lo contrario;
lo que quiero decir,
es que al final no hago nada.

Ahora sería buen momento para confesar
que nunca digo lo que en verdad quiero decir
y me quedo con esta bola de estambre en la garganta
que después me arranca la voz pero no los sentimientos.

Te juro que yo no quería enamorarme...
porque de enamorada soy muy estúpida y ciega
y mi complejo de borde me hace ser siempre lo doble
así que imagínate cómo estamos a esas alturas...
¡ahora no te atrevas a hablarme de vértigo!

Los manuales de autoayuda nunca me han sentado bien,
tiendo a convertirlos en guías de autodestrucción.
Y ese es el problema...
que a ti te quiero casi tanto como quiero a todas mis navajas.

Sé que no me pedirás que me quede
y sé también que yo no tendré la iniciativa para irme.
Siento que somos dos gatos recostados en el sillón
cada uno en un extremo y mirándose de reojo
esperando a ver quien muere primero
para por fin atreverse a llorar la muerte del otro.

Me dices que no me tomo las cosas en serio,
me preguntas que por qué río incluso cuando debería llorar
yo no sé cómo decirte que a veces estoy tan triste
que me resulta graciosísimo no poder hacerlo
porque sé que no tengo lágrimas suficientes.
Sé, también, que quieres que te llore,
pero ni tú eres el fin del mundo
ni yo tengo tanta agua en mis ojos.

Y ahora que estamos en esto de la honestidad,
te aseguro que yo encontraré un dolor más grande
pero tú dónde podrás encontrar otra cama de hospital exclusiva para ti.
¿Quién soy yo más que la única que sabe interpretar tus silencios
y que te saca una carcajada que hace estremecer el mismo infierno
incluso cuando no tengo fuerzas para levantarme del suelo?

Si te vas, no dejes un camino de migajas
porque no me quedará otra que seguirlo
y volver a volver a destruirnos.
¿Cómo le vamos a explicar al resto
que nuestras miradas cómplices
siempre fueron de asesinato?

Lo que tienes que saber es que te quiero
y que no me quiero bajar de la montaña rusa
porque ya sabes que amo los juegos mecánicos
que me hacen querer vomitar el corazón sin escupirlo;
y que quiero llenarme la boca de algodón de azúcar
pero éste no dura lo suficiente para quitarme el sabor amargo
que me dejaron todos los caramelos de cianuro
que tragué para olvidar a que saben tus labios.

Ojalá que puedas dormir en las noches,
y que las luces de la ciudad te saquen sonrisas
y que me extrañes mucho cuando vuelvas a casa
pero no te atrevas a decirlo en voz alta.

Te quiero.
Y ya está,
lo he dicho.

martes, 7 de junio de 2016

El "Adiós" que no se dice es el que más duele.


El silencio nunca se había sentido como una herida tan profunda, jamás me había importado eso de no tener nada de qué hablar con las personas o de no querer hacerlo. Pero todo es diferente contigo, quiero hablarte, saber de ti, quiero decir en voz alta todas las palabras que me guardo debajo de la lengua.

—¿Y a ti qué es lo que te pasa? —dices tomando mi mano como los has hecho muchas veces antes.

Te siento tan lejano que incluso mi propia piel se siente ajena cuando me tocas, pero no te lo digo.

¿Crees que no me he dado cuenta que tienes demasiados pájaros en la cabeza y que ninguno de ellos soy yo? —suelto de repente y cuando me doy cuenta es muy tarde para morderme la lengua.

Eres el nido —respondes, y yo en verdad quiero creer cada palabra que me dices.

Te estás alejando, yo te estoy alejando. Te me escapas entre los dedos y yo no hago nada para detenerlo.

Soy el nido donde sólo habita una madre desquiciada tratando de alimentar a sus crías muertas.

Ojalá me atreviera a decir lo que realmente te quiero decir, pero en mi cabeza sólo se escucha el zumbido de las avispas que el día que te conocí creí que se habían extinguido y sólo aguardaban el momento en el que las mariposas desaparecieran para empezar a atacarme.

¡Venga, odio tratar de descifrar qué tienes! —exclamas y retumban en mis costados tus palabras haciendo eco en mis ruinas.

¿Me creerías si te digo que ni yo sé qué es lo que tengo?

Lo que tengo es que no te tengo y que ya ni me tengo a mi. Te he dado demasiado. 

Algún día tal vez entiendas que soy un animal herido y qué no sé querer de otra forma.

No te he pedido nada —te excusas y yo no sé si reírme o darme una cachetada.

Me gustaría quererte un poco más... Tal vez así no me sacarían de quicio tus manías y aceptaría con una sonrisa todas las heridas que me hicieras, le pondría tu nombre a algún suicidio —confieso sin ninguna lagrima en los ojos pero con un nudo en la garganta—. O quererte menos, así no enloquecería cada vez que otra chica te sonríe y se arregla el cabello frente a ti, así no me dolería tanto que beses a cualquiera que no sabe cuál es tu color favorito.

Te quiero sólo a ti, ya lo sabes.

Te he escuchado tantas veces decir eso que me pregunto cómo te veras en el espejo cuando lo ensayas, acaso sonríes con esos dientes de balas o pones ojos tristes y el alma melancólica.

No te quiero —joder, ya lo dije—. Y no quiero quererte.

Me cambiarás por alguien mejor —admites en voz alta y para mi sorpresa sonrío.

No te olvidaré, pero me acordaré de mi —vuelvo a sentir la punta de mis dedos, ¡de mis dedos!, ¿te lo puedes creer? Ya estoy empezando a ser mía de nuevo.

Recuerdo el nombre de mi padre; recuerdo el trayecto a casa una Navidad y las luces borrosas por las lagrimas en mis ojos; recuerdo la niña que solía ser y la promesa que le hice en el espejo retrovisor.

Nadie te hará más daño que tú misma —dices como si yo no lo supiera, como si yo no te lo hubiera dicho antes.

Pero casi...

viernes, 27 de mayo de 2016

Aquí te explico por qué tú.

"Por ti seré como un gato, sabré sobrevivir"


—Se han ido todos y sigues aquí —dices con un poco de tristeza e incredulidad.
—Siempre he estado aquí —te respondo como si fuera lo más obvio, porque es así.
—¿Por qué no te vas? Seguro tienes algún poema que escribir —puedo sentir que ahogas una risa y yo suelto una carcajada que te hace tomar valor para reír—. Me gustaría poder sentirme dueño de alguna de tus palabra, pero es demasiado pedir, tú ya vuelas.
—Me odiarías, me odiarás... te alejarás, te querrás deshacer de mi —quiero morderme la lengua pero sé que eso no funciona contigo—. Yo no te culparé, yo también lo haría —desvío la mirada para no toparme con la tuya.
—¿Y qué harías entonces? ¿Buscarte otra vida?
—¿Dudas que lo haga? —pregunto entre sarcástica e indignada—. Por ti lo haría...
Te quedas callado y yo maldigo en silencio al alcohol, al cansancio, a mis agallas inoportunas.
—¡Ese es el problema!
—¿Qué pasa? —trato de ocultar el pánico que crece en mis entrañas.
—Me pasas —dices con toda la seriedad que te permite la ebriedad—. Me pasa que no tiene sentido que tú sigas aquí.
—Me importas, quiero estar contigo —y así cae una muralla más.
—He visto como otros te miran y tú les sonríes sin darte una idea de lo que provocas —jugueteas con mis dedos y yo te dejo—. ¿Por qué yo?
—Es fácil, porque no podría ser de otra forma, no podría ser alguien más... porque el resto de personas no son tú

Ya sabía que me iba a enamorar de ti, lo supe desde el momento en que me hiciste reír cuando lo único que quería era llorar y después lo reafirmaste cuando al verme llorar me dijiste que sólo ibas a aceptar mis lágrimas si eran de alegría.

Me enamoré de ti porque tu risa se convirtió en poco tiempo en mi sonido favorito; porque tu cabello me provoca enredar mis dedos en él; porque entiendes perfectamente lo que digo y sabes lo que voy a decir antes de que abra la boca si me miras a los ojos; porque exiges que sean tuyos todos mis "buenos días" y porque aún así te quedas en los malos; porque a tu lado no tengo idea de cómo se sentía querer morirse por no tener que vivir un segundo más, contigo quiero todos los latidos del reloj.

Eres tú porque me gustan las conversaciones serias, los juegos a medianoche cuando el insomnio no nos deja dormir... no dejes nunca de decirme tonterías, yo las escucharé todas y las convertiré en cuentos para no dormir. Cuéntame tu vida en cualquier formato, vuélveme a contar tus historias sin importar que ya las haya escuchado antes, me gusta la cara que pones mientras viajas a otros tiempos y te brillan los ojos contándome sobre las cosas que te hacían sentir invencible.

Me gusta que tengas un corazón tan enorme que no te cabe en el pecho, no trates de ocultarlo del resto, ellos jamás entenderán que una supernova viva en tu caja torácica pero no por eso vas a dejar de brillar. Mi efímero inmortal, aún no me creo que existas y que puedas ser, que yo pueda ser contigo, por eso me da por torturarme imaginándote imaginario por si un día desapareces tener una idea de lo mucho que vas a doler.

¿Qué te hace diferente al resto?
Que eres un disparo de vida; que ahí donde los demás ven ruinas tú encuentras un monumento; que encuentras la melodía de tu canción favorita entre esta orquesta de gritos de frustración: que tienes miedo pero que también tienes muchas ganas de llegar hasta el punto más alto para saltar desde ahí.

¿Y aún así me preguntas que por qué tú?
Porque a tu lado me importa muy poco el fin del mundo.

Te regalo mis ojos, mi corazón, mis manos, mi cerebro... Me regaló a ti, así sabrás por qué tú.

...
...

Mírame,
soy un gato,
y quiero que todas mis vidas sean contigo.


miércoles, 11 de mayo de 2016

Todo lo que no me has dicho es lo que más quiero escuchar.

Contigo se me da bien ser honesta. No sé qué parte de ti me insta a querer serlo, tal vez sea tú peor defecto o el mío. Es como si mi corazón quisiera salirse por mi garganta, como si mi pasado albergara la esperanza de que tú lo arropes o de que lo bañes de gasolina, lo observes arder y después soples sus cenizas como quien sopla un diente de león, con los ojos cerrados y las ilusiones en los labios.

De niña siempre quise estar tan enferma que me tuvieran que obligar a respirar para no tener que hacerlo yo, para descansar un poco de la responsabilidad de cuidar de un cuerpo prestado y aferrarme a la idea de vivir con respiración asistida como si eso significara vivir en los brazos de una madre que te susurra en el oído "tranquila, pequeña, todo es una mierda pero aún nos quedan las jacarandas en primavera, las velitas de cumpleaños y los cuentos improvisados a mitad de la madrugada". Nunca se lo había podido decir a nadie y cuando te lo dije quise cortarme la lengua, pero ya te estaba diciendo que el futuro me aterraba porque no creía que con tanto pasado era capaz de permitirme un futuro.

Todas las cosas sin sentido que te gustan son las que le dan un sentido a mis días, ¡vaya, a mi vida! Que aún no encuentro una mejor forma de pasar el tiempo que matándolo a tu lado, torturándolo haciéndole cosquillas en las costillas... pero soy yo quien termina por astillarse los pulmones y tus costillas siguen intactas y yo con tantas ganas de ser pájaro si es tu caja torácica mi jaula.

Yo que soy de cortarme las alas antes de que alguien más lo haga, te estoy rogando que me enseñes a ser libre a tu lado, que me digas algo que me haga querer quedarme. Y tú te quedas en silencio como si muy dentro de ti quisieras que en verdad me fuera, como si me pidieras a gritos darte una razón para odiarme. Si me devuelves todos los complejos que deje en tu habitación te juro que encuentro la manera de que no me quieras volver a ver, necesito mis complejos de vuelta porque ya estoy extrañando mi tristeza y las tres pastillas diarias que me hacían sonreír.

Me gustaría que bajaras la guardia así como yo estoy destrozando mis murallas por ti, te estoy pidiendo de rodillas que me pidas una estancia en mi corazón a cambio de un pequeño rincón en el tuyo donde yo pueda dejar mis mentiras que casi siempre uso como cuentos para dormir. Me muero por escuchar todo lo que no te atreves a decirme y que yo no sé si es porque tienes dudas o porque no soy yo la dueña de todas las palabras que te guardas debajo de la lengua.

Quiero escuchar que me quieres, que no quieres que me vaya, que no me necesitas pero quieres que esté a tu lado. Quiero que quieras quitarme todo, empezando por las dudas. Yo a ti qué te voy a decir que no te lo haya dicho antes, si te conoces mi pasado en todas sus versiones: si me cuidaste victima, si me has querido culpable, si me has conocido inocente, si me has consolado triste y aunque te gusten mis lagrimas de cocodrilo me has dicho que prefieres mis carcajadas de tormenta.

Descuida, me has enseñado a ser paciente al serlo tú conmigo.
Nadie había logrado que mi nombre sonara a salvo en otros labios y en los tuyos encontré el refugio perfecto para mis huidas, nunca me había sentido tan cómoda en la boca del león y ahora mírame... me duermo aferrada a sus colmillos como si de mi peluche favorito se tratara.

sábado, 23 de abril de 2016

Una despedida también es un "Te quiero" al espejo.

Te he visto llorar y ninguna de esas lagrimas eran para mi
pero las he limpiado todas con el cuidado de una madre
con la ternura del primer amor que sabe que no será el único,

He puesto mis manos cuando te caes de rodillas
sin importarme un segundo que se rompieran mis dedos
y que tú no los fueras a curar.

Te he curado heridas que te han causado otros,
he recibido los golpes y los escupitajos
destinados a aquellos que rompieron tu corazón.

Has caído y te he llevado en mi espalda,
sintiendo como tus costillas se encajan en mi carne
como mis huesos se deshacen tratando de cargar tu tristeza.

Te he escuchado cuando gritas tan fuerte que me revientas los oídos,
he hablado por ti cuando te han callado a patadas
me he quedado callada mientras me escupes insultos hasta dormir.

He sido el suelo que besa tus pasos y aguanta tus disparos
he sido la nube que te cubre del sol en las mejillas,
he dejado de ser yo para ser tuya, lo que quieras, lo que pidas.

Yo que me he tirado primero cuando te has dado por vencida 
para que no pueda caer sobre ti ni una sola gota de barro,
y tú pasas sobre mi con tus tacones mas altos y yo te sonrío.

Venga, golpea mi orgullo una vez más, esta vez con más fuerza. 
Dime que me necesitas cuando no tengas un hombro en el cual llorar.
Y tírame en el cesto de basura, como a un pañuelo deshechable.

Tú siempre has considerado como intimidad una carcajada,
y ahora me doy cuenta que no te conozco los dientes
que todo lo que no me dices es lo que más quiero escuchar.

Si te he arropado, mimado, consolado...
¿por qué aún no soy digna de recibir una sola sonrisa? 
Y ahora que me estoy yendo no merezco ni una lágrima.

domingo, 10 de abril de 2016

Sigo creyendo que haberme encontrado contigo fue lo más parecido a descubrir una galaxia.

Si no te doy una respuesta inteligente es porque mi corazón está latiendo tan fuerte cuando estás cerca que no me ha dejado escuchar tu pregunta. Ojalá tú no lo estés escuchando, ojalá no notes la sonrisa de idiota enamorada que tengo en la cara mientras me hablas. Vuelve a preguntar, nunca me dejes de hablar de las tonterías que a las dos nos gustan... por favor, háblame un poco más de ti.

Me gustaría callarte a besos cuando enumeras tus defectos, decirte a gritos que estás preciosa hasta que sea lo único que puedas escuchar. Tienes una sonrisa que cambia destinos, una nariz por la cuál me jugaría la vida y el orgullo sólo por verla arrugarse una vez más, una frente que me provoca a besarla todas las noches para ahuyentar las pesadillas.

Eres la única persona por la cual renunciaría al resto. Que cuando estás aquí le estoy dando una patada a todos los imposibles. Que tú le quitas todos los colores al arcoiris y pones celosas a todas las flores.

Tiburón, por ti vuelvo a tocar fondo si es ahí donde me esperas, me dejo destrozar si son tus colmillos los que lo hacer.

¿Cómo me vas a creer que en serio creo que te ves guapísima siendo un desastre si ya te lo han dicho muchos antes que yo y tú sigues sin creerles?

Te siento infinita y tú siempre dices ser tan pequeña. Pequeña astronauta, viajo a la luna con lo puesto en este instante si me lo pides, pero mejor déjame descubrir constelaciones en tus lunares.

Vuelve a reír otra vez, aún no me creo que te veas tan linda. Quiero hundirme en los huecos que se forman en tus mejillas y no sé cómo explicarte que ya me tenías hipnotizada con tu presencia incluso antes de llegar.

Mi pequeña, que grande eres. No es ninguna ocasión especial, eres tú quien hace los días especiales. Ojalá estuvieras aquí, me debes un maratón de películas, una ida al cine, una foto y una huida de prisión.

viernes, 8 de abril de 2016

Una herida más que no cierra y que no sé cómo hacer que deje de sangrar.

¿A mi me vienes a decir que no te entiendo?

Tú qué vas a saber de dolor si no has visto a tu madre llorar tu propia muerte mientras sigues vivo; si no te han clavado agujas en las venas para alimentarte, si no te han metido un tubo por la garganta para detener una intoxicación por 37 pastillas.

Tú me vienes a decir que soy una decepción como si yo no lo supieras ya, como si no fuera capaz de ver mis brazos mutilados, mi falta de futuro o de ganas para buscarme uno, como si no hubiera visto antes las miradas de desaprobación en el rostro de mi familia.

A mi me vas a decir que no sé de autodestrucción cuando ya he sentido como se deshacen mis órganos en mi interior, cuando mi piel se vuelve de papel y se quiebra, cuando mis cabellos se quedan en mis manos en la ducha, cuando ya he perdido dientes por la desnutrición.

Te atreves a decirme que no me importa cuando he escondido todas las notas suicidas que escribo antes de dormir y tiro mis navajas en cualquier cesto de basura sólo para obligarme a sonreír una vez más mientras estoy rogando que una enfermedad terminal venga a matarme de una puta vez.

Yo ya he roto a llorar frente a una gran audiencia,
me han escupido a la cara los que me pedían un beso,
se han burlado de mi los que una vez cuidaban de mi,
han tirado de mi cabello hasta arrancarlo,
me han pisado las manos para que me soltara,
me han tirado al suelo sólo para ofrecerme la mano y golpearme la mejilla,
se han robado mi corazón para ponerlo en una vitrina
y presumir de haberle sacado el corazón a un tiburón y haberle dejado vivo a su suerte,
se han reído en mi cara cuando he pedido perdón,
me han dado una patada cuando ruego un abrazo...

A mi qué me importa ya lo mucho que te duele si jamás viniste a preguntar si seguía sangrando por la herida que me dejaste, si me hiciste culparme a mi misma por aquella vez en la que decidiste alejarte y dejarme tiritando en la calle muerta de miedo.

Soy yo la que debe pedirte que me ruegues perdón y ni eso me atrevo a permitirme.

¡Ahora vienes a decirme que no te entiendo cuando eres tú quien lleva años sin entender!

A mi ya no me importa que nadie te entienda, que ellos no quieran escucharte, ni curarte, ni aguantarte... Pero la próxima vez que me digas que te duele lo mismo que a mi te voy a romper la boca para que sea lo ultimo que digas.

miércoles, 6 de abril de 2016

Que te vaya bien, pero que te vayas bien.

Ahora creo escucharte, sueño con que pronuncies mi nombre, con que quieras saber de mi.

Aún no me atrevo a pedirte que te quedes, y te estaba empezando a sentir tan dentro que me dio por echarte yo misma. Quiero echarte de menos, retorcerme de soledad en la cama, que me tiemblen los puños de extrañarte.

Quiero verme obligada a tener que gritar tan fuerte para no escuchar tu risa en ningún rincón de mi mente, gritarme hasta dormir una canción que no me recuerde a ti, insultarme frente al espejo hasta las lágrimas... llamarme "cobarde", "mentirosa", "amargada".

Estoy demasiado asustada como para aceptar que te quiero. Me asustas. Me asusta creer que estoy volviendo a creer en el amor. Estoy rezando por que esto que siento sea una cardiopatía y no mi corazón latiendo de alegría, puedo más con una enfermedad terminal que con la felicidad.

Estoy mordiendo balas, destrozándome los dientes, partiéndome la sonrisa... porque ya no sé cómo decirte que quiero que te vayas... lejos. Espero que no te des cuenta que estoy mintiendo.

Mi estómago se siente como el interior de una lavadora y lo único que quiero es vomitar todas estas emociones que se revuelven y que están ocupando demasiado espacio, demasiado tiempo que podría usar leyendo algún libro que me saque una sonrisa o que me haga romper a llorar.

¿Sabes lo que me pasa? Me pasa que tú no pasas. Me pasas... No sé si me entiendas, ni yo misma me entiendo ahora, pero eso no es novedad. En serio, pasa que necesito que desaparezcas del todo, que te vayas y que yo no pueda evocar tu recuerdo...

...o que te quedes a seguir arrancando hojas del calendario y hacerlas aviones para tirarlas desde el mismo edificio del cuál planeaba tirarme el abril pasado.

Me pasa que yo no sé hablar de amor sin tirar de mi cabello hasta perder el conocimiento, sin ponerme la pistola en la boca para jalar del gatillo si me da por declararme... Me declaro culpable, soy yo quien se ha enamorado en la escena de un crimen que cometió otro al que no conocí ni pretendo hacerlo. Me declaro de pie, con lágrimas en los ojos, con las piernas temblando de miedo, con los dientes tiritando por el pánico... declaro que te quiero y que me estoy muriendo de ganas por decírtelo pero me está acojonando el miedo y doy pasos hacia atrás, hacia mi caída libre.

Quisiera que mis pasos hacia atrás fueran tus ganas de seguir adelante, pero hace tiempo que tú dejaste de correr y yo seguí corriendo sabiendo que tú ya no lo hacías. Seguí corriendo con la cabeza en alto por si tropezaba con alguna piedra, no quiero saber de ninguna otra si no eres tú quien las lanza.

¿Quién soy yo mas que la única que puede entender tus miradas de complicidad que casi siempre son de asesinato, aquella que puedes lanzar o tirar en un lugar cualquiera para recoger cuando se te dé la gana y retomar desde donde te quedaste, esa que renuncia a horas de sueño y también a la seguridad de sus murallas por una sola palabra tuya?

A veces creo poder escucharte, imagino que estás aquí, que yo no te dejé ir, que yo me atreví a pedirte que te quedaras... Yo sigo siendo la boba asustada que no se atreve a decir que te quiere y tú eres el mismo idiota que fue lo bastante inteligente para decidir que no valía la pena destrozarse la vida por mi.

lunes, 28 de marzo de 2016

Soy yo la que insiste en hacerte volver

Tengo unas tremendas ganas de hablar contigo, de escuchar tu voz, de contarte que me va bien, que a veces me extraño, que ya no sé quién intento ser... No tiene sentido, sólo quiero hablar contigo.

Todas esas veces en las que dejaba de ser yo porque tú estabas frente a mi, porque creía que si era lo que querías que yo fuera tú ibas a querer quedarte conmigo. Me perdí a mi, y pareciera que tú desapareciste también casi con todo lo que quedaba de mi. No sé si puedo seguir fingiendo ser algo que no soy si no tengo tus miradas de aprobación.

Siempre insisto en que vuelvas, y tú no vuelves, pero te invoco en cada canción, en cada poema, en cada frase que dejo que corra libre por la internet. Ojalá volvieras tú y no sólo tu recuerdo. Estás doliendo demasiado, o yo me estoy provocando demasiado dolor.

Nunca había creído que mi necesidad por hacerme daño llevara tu nombre. ¿Qué pensarías de mi si me vieras en estos momentos? Te causaría vergüenza verme tan perdida y tan indiferente a la vida.

Estaba a tus pies ¿cómo no te podías dar cuenta que cada vez que dabas pasos en falso era a mi a quien pisabas?, ¿cómo fue que yo no me quise dar cuenta que estar a los pies de alguien es lo mas lejos que puedes estar de alguien a quien quieres más que al oxígeno?

Me estoy provocando escalofríos en plena primavera porque yo ya le había dado a tus ojos todas las propiedades del sol, imagínate cómo me siento ahora que te fuiste. Es marzo y no sé en que momento dejo de ser invierno, y no sé en que momento yo me permití volver a pensar en ti. Tal vez es sólo que abril me esta empezando a gritar desde los costados, retumbando en mis brazos, quemándome la piel; y tú ya sabes que abril nunca me sentó bien y que necesito de un refugio donde romper a llorar.

Ya ni siquiera te puedo decir que te sigo queriendo, ni que te echo de menos. Le puedo mentir a todo el mundo pero no a ti, nunca a ti. Tú nunca me pediste destrozarme, nunca pediste un pedazo de mi corazón, ni siquiera me preguntaste si quería darte una porción de mi vida; pero yo lo hice... No te sigo queriendo, pero extraño esa porción de mi que fue enteramente tuya.

Estoy pidiendo a gritos que me rompan la boca a patadas para no llamarte y decirte que yo no tengo la más mínima idea de cómo fue que terminamos así, que aún me debes un atardecer, un café, un abrazo de cumpleaños, una tarta de manzana...

No debería confiar en mi juicio en estos momentos, si te llamo podría decirte cosas como "Te extraño", "Estaría genial que estuvieras aquí", "¿Recuerdas aquella noche en tu casa cuando te conté sobre las alturas...? Bueno, fue el mejor día de mi vida".

Por si alguna vez lees esto: estuve a punto de llamarte, deberías estar orgulloso de mi, esta vez no lo he hecho.


sábado, 26 de marzo de 2016

A las bonitas casualidades que no tienen nombre.

Nos encontramos de una manera casi perfecta. Yo con tantas ganas de destrozarme la vida, tú con tantas ganas de admirar la destrucción y de encontrar una guerra sobre la cual escribir.

Me llamaste "estereotipo de musa psicótica" y yo no pude evitar soltar una carcajada que hizo que me doliesen las costillas como si las hubieran molido a palos. Accedí a ser tu experimento artístico con la condición de que no me dijeras tu nombre y de que me dejaras escribir sobre ti.

Me dijiste que nunca imaginaste que tu guerra tuviera por boca un huracán de menta o una voz tan bonita que desgarraría cualquier cielo nublado. Y yo no podía parar de pensar que eras una mentira tan hermosa que algún día te convertiría en un cuento para dormir.

Unos tragos más y estabas en el borde de tu asiento cantándome canciones de los grupos de mierda que a nadie parecen gustarle, pero a nosotros nos gustan. Tú dijiste que preferías que a Manos de Topo le rompieran la boca a patadas porque no querías volver a escuchar sus canciones si yo no te las cantaba, y me sonrojé, pero no te dije nada.

Y hablamos por horas sobre lo difícil que es admitir que no tenemos ni la más mínima idea de lo que queremos hacer y mucho menos de lo que queremos ser, pero que hay demasiados puentes de los cuales tirarse o en los cuales jurarse amor y que eso siempre equilibrará la vida. Hablamos sobre lo jodido que es estar enamorado y tener que vivir con un rompecabezas por corazón, sobre la soledad o el desamor, y que a veces resultan demasiado similares que no las puedes diferenciar.

Hablamos sobre lo dolorosamente perfecta que es Irene, sobre la hermosa chica cerca de la barra que esperaba a que el chico que le servia el trago le pidiera su numero. Y justo en el momento en que ella se rindió, tú te jugaste la vida al asegurar que mi cuello era de algodón de azúcar...

Y yo te dejé ganar porque se te veía con tanta ilusión en los ojos al hacer una lista de cosas que creías eran verdad sobre mi.

Tengo que irme, tienes unos ojos preciosos en los cuales es fácil encontrarse y yo aún no estoy lista para dejar de perderme.

Me quedo con la lista, es lo más parecido a una carta de amor que me han hecho.

P.D.: Tienes razón, tengo demasiadas pecas en la espalda; y sí, mi color favorito es el púrpura.

martes, 15 de marzo de 2016

Bulimia emocional y un reporte del clima

Me gustaría poderles decir que me esta yendo de puta madre. En serio me gustaría poder hacerlo. Lo puedo hacer, pero les estaría mintiendo y yo quedé en ser mas honesta.

Estoy bien. Mis pulmones siguen funcionando, mi corazón sigue latiendo... para hacerlo más corto, mis órganos siguen cumpliendo su propósito: mantener vivo al cuerpo de alguien que quiere morir.

El frío me sienta de maravilla, puedo darme el lujo de ser muy canalla y cruel y culparlo a que me arden los labios y me duelen los huesos. Puedo pedir un abrazo aún sabiendo que no lo recibiré y cortarme los brazos por las noches porque los suéteres me protegen de las miradas curiosas.

Esta noche voy a vomitar, hace tiempo que no lo hago y ya lo estoy echando de menos. Para ser bulímica me quedo con demasiadas cosas dentro. Ojalá pudiera vaciar el corazón y no solo el estómago.

Ahora me ves y te decepciona encontrar sólo una chica fría y cínica que no dice lo que siente porque se deja el corazón en casa para que no se lo roben. Cuando me conociste yo te dije que te quedaras con la primera versión porque las demás sólo eran piezas perdidas de rompecabezas incompletos.

Me veo hermosa para mi funeral, ojalá tú también pienses lo mismo. Tómame una foto y escríbeme un tema. Qué bonita me veré sin el maquillaje corrido y sin sangre en los labios. Les ahorraré el trabajo en la autopsia y les dejaré una nota suicida donde describa con lujo de detalle lo que ha ocurrido.

"Muerte por tener demasiados pájaros en la cabeza, exceso de realidad, sobredosis de ilusiones, intoxicación con palabras caducadas, asfixia por un gran nudo en la garganta."

Cuando le sonrió a la tristeza la muy maldita me guiña el ojo, pero es que esta tan preciosa que no puedo evitar querer ahogarme en ella.

Vamos a culpar a la primavera, a mi familia disfuncional, a mi falta de sueño, al desamor, al odio que siento a mi misma, a mi necesidad de atención, a mi discapacidad emocional... Cúlpame a mi.

Me obligaré a golpearme hasta que sepa la suerte que tengo y me burlaré de mi cuando me este desangrando en el suelo. A mi ya me han tenido que cerrar la boca a patadas porque para ser estúpida soy muy inteligente y de inteligente soy muy perra.

Soy frágil como el cristal, y corto.

Me provoco escalofríos de miedo por las noches cuando le enumero a mi insomnio las cosas que me haría si no tuviera las manos atadas a la espalda con míseros lazos de falsa empatía.

Denme un segundo... tomaré una pastilla más para sobrellevar el día con una sonrisa dopada.

...

...

Estoy bien. Perfectamente bien.


viernes, 11 de marzo de 2016

Metáforas tontas para que los cuerdos me entiendan

Te he comparado con un golpe de suerte porque llegas sin avisar y eres una bonita casualidad; con la goma de mascar en un salón de clase porque te mantengo en secreto y te quiero en silencio. He llamado a tus manos una cornisa porque me aferro a ellas para no caer al acantilado; a tus labios les he dicho océano porque me provocas unas ganas inmensas de ahogarme.

Te llamo arte porque aún no te conozco del todo y cuando creo conocerte te encuentro más gamas de colores, porque siempre tendrás algo nuevo que enseñarme.  Voy a empezar a decir que eres mi mar muerto porque evitas que me ahogue y sé que nunca me hundiré cuando estoy contigo.

He hablado del color de tus ojos refiriendo al color de la tierra donde quiero echar raíces y yo ya he comparado al amor con las jacarandas porque haces que todos mis cimientos se estremezcan y que mi primavera quiera pintarse de colores bonitos. Soy alérgica a las flores pero podría aguantar este jardín tan bonito que estás haciendo crecer en mis pulmones y todas estas mariposas caníbales que me revolotean en el estomago.

Terminaré por compararte con la ciencia ficción y con la magia porque aún no me puedo creer que seas real; y sí, la magia existe, pero tú no puedes verla porque nunca te has visto los ojos brillar cuando hablas de algo que te gusta, ni reír a carcajadas hasta que sólo quede silencio y lagrimas de alegría en tus mejillas.

Me estoy proclamando funambulista porque estoy haciendo equilibrio en tus cuerdas vocales y en tu mirada que siempre tiende al infinito, pero ya no tengo miedo de caer porque me has enseñado que tengo unas alas muy grandes.

Verte es como desayunar jugo de naranja, la mejor forma de empezar el día, un agridulce "Te quiero". Eres esa cucharada de más en el café que nadie se atreve a pedir, pero que espera recibir. Eres esa canción que nunca salto en aleatorio y tengo que escuchar dos veces porque la primera no podía parar de sonreír. Eres la piedra más bonita con la que quise tropezar.

No sé si tengo una arritmia en el corazón o sólo es que ahora es más locomotora y menos órgano, corazón coraza, corazón correcaminos... Ojalá tú sepas escucharlo porque cuando estás cerca me grita en los oídos pero no es mi idioma, es el tuyo.

Ojalá ahora puedan entender que cuando hablo de ti hablo de esa mañana de sábado cuando puedes respirar y dejar la mente en blanco durante el desayuno; de esa canción de La Habitación Roja que suena cuando voy camino a casa y el trafico me hace pensar que estoy en el mundo ideal. Hablo de los días lluviosos y grises, de los libros de poesía, de los lapices de colores.

Ojalá algún día me entiendan que cuando hablo de ti sólo quiero hablar de ti y de lo bonito que es que te saquen una sonrisa cuando lo único que quieres hacer es llorar.

martes, 8 de marzo de 2016

Yo sí te hubiera querido

Te hubiera querido. Te juro que yo sí te hubiera querido. Tal vez no te hubiera querido bien, ni mucho menos como tú quisieras que te quiera, pero te hubiera querido con todo lo que tengo. Te hubiera querido con la sangre que corre por estas venas, con cada latido de este corazón correcaminos, con toda la fuerza de estos brazos desorientados y mutilados.
Te hubiera querido más de lo que me quiero a mi misma, eso tenlo seguro. Te hubiera subido a un altar desde el primer día, del cual yo me tiraría primero antes de hacerte daño con todas las velas que nos prendí para convertirnos en la luz al final del camino.
Yo sí te hubiera querido, porque eres lo más bonito que nunca me pasó. Te hubiera querido tanto que te hubiera contado todos mis secretos y me hubiera quedado a tu lado a pesar de que me estuviera muriendo de ganas de huir... te hubiera dicho en voz bajita "yo siempre he sido cobarde, pero si me besas soy valiente".
Así que si un día tienes dudas sobre mi... recuerda que yo te hubiera querido más que a todos los colibríes de mi jardín.
Tienes dudas... pero pudiste haberme tenido a mi.

domingo, 6 de marzo de 2016

Una manera más de besarte sin que te des la vuelta

Te amé tanto y de tantas maneras
que tuve que replantearme
el verdadero significado del amor.

Te amé como una niña pequeña a sus juguetes,
como una enferma mental a los ansiolíticos,
como una suicida a los rascacielos,
como las flores a la primavera,
como el mar a la orilla,
como los poetas melancólicos a la luna,
como un alcohólico a las mañanas sin resaca,
como una adolescente a los viernes en la noche,
como el que madruga a los 10 minutos antes de que suene la alarma,
como un estudiante de secundaria a la goma de mascar,
como una masoquista a la piedra en su zapato,
como todos los caminos a Roma,
como una mesa de picnic a  la sombra de un árbol,
como los mosquitos a la luz letal.

Te amé inocente,
real,
profunda,
destructiva,
irreverente,
vulnerable,
desinteresada
y estúpidamente.

Te amé
y te amo
y te volvería a amar,
porque eres lo más bonito que jamas he tenido,
la navaja más brillante con la que nunca me he cortado,
el edificio más alto del cual nunca me tiraré,
la canción más romántica que no me atreveré a escribir.

Ojalá que nunca se me acaben las ganas de buscar nuevas maneras de amarte.

miércoles, 2 de marzo de 2016

"Te quiero por todas las veces que no te haz querido"

Le gritas una declaración de amor
a las cuatro paredes de tu habitación
por si alguna vez recibes un "te quiero"
en respuesta a todas las veces que te haz roto
y haz sentido que el final se esta tardando demasiado.

En verdad necesitas saber que hay alguien
que te va a sostener cuando te caigas.
Aquí te tengo una respuesta:
tus manos son lo bastante fuertes para levantarte,
tu voz es lo bastante audible para que te pidas perdón,
tus piernas son lo bastante estables para sostenerte cuando el suelo tiemble...
tú eres suficiente.

Si estas esperando un "te quiero"
sólo piensa en todas las veces que despertaste
cuando por la noche sentías
que tu corazón dolía tanto emocionalmente
que el dolor parecía físico
y pensabas que explotaría dentro de tu pecho,
pero no...
Esa es la mejor manera de decirte
"te quiero y soy fuerte por ambos".