Mi pequeñita,
decirte pequeña siempre me supo a mentira,
quise domesticarte para llevarte dentro
y eres tú la que me contiene.
No tengas miedo.
Te lo digo con la incredulidad
de quien consuela el llanto de Dios
No es tu culpa.
No es tu culpa el daño que te causaron
los imbéciles mortales con sus torpezas.
No es tu culpa que nadie sepa llorarte,
ni cuidarte,
ni abrazarte por las noches
y mecerte hasta que el sueño te regale la muerte
y el susto te devuelva la vida.
No es culpa de ellos
que no sepan quererte bien,
que te quieran flojo;
que te quieran sin ganas y te quiten las tuyas,
que te quieran santa y no pretendan rezarte,
que te quieran domesticada,
versión facilitada,
que te quieran toda sonrisas,que te quieran para ellos,
que te quieran mal
y te dejan hambrienta.
No es culpa de ellos.
Y no es tu culpa
no querer quererlos.
No planeo curarte,
ni pretenderé hacerlo.
Aprendí a punta de desastre
y desgarro
que respiras por la herida
y que cerrártelas sería asfixiarme.
Eres la mujer que me gustaría haber parido.
Pero has nacido muerta.
Muerta de frío.
Muerta de miedo.
Muerta de hambre y sed.
Muerta de amor.
Yo misma escribiré tu obituario.
No tengas miedo,
pequeñita,
no es diluvio,
es que aquí dentro
sigue lloviendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario