sábado, 13 de abril de 2019

Zona de guerra



Mi inocencia acribillada
yace inerte debajo de mi cama
el fétido olor me enferma,
me llena de desesperanza
y confusión.

Yo no soy Virginia,
no puedo llenar mis bolsillos
y callar las voces,
las mías ladran,
rugen en mi cerebro,
pequeñas bastardas rumiantes,
que se clavan dentro de mi psique
como parásitos hambrientos
que intoxican mis pensamientos
y mimetizan mi voz
persuadiéndome de horrores.

Aquí dentro todo es incongruencia,
entre hechos y palabras
hay una brecha tan enorme
que puedo sepultar todo un pueblo dentro.

Llevo el nombre 
de un territorio en conflicto,
le hago tal honor
que ya no me queda claro
si ha sido primero el suelo
y luego la chica,
o al revés.

Tengo misiles en la lengua,
no puedo hablar sin bombardear
y derribo pilares de recuerdos,
solo me queda la eterna tortura
de caminar entre amores desmembrados
soportando las miradas desorbitadas
recriminándome una y otra vez
por los escombros.

Necesito descansar,
pero no estoy cansada de nada.
Vivo al borde del abandono
pero aún no me he ido lejos.

Mis ojos anuncian advertencia,
no te acerques que muero
y mato por precaución,
no me reproches la masacre
si mucho antes de que invadieras
amenacé con el derrumbe.

He sido tan obstinada,
tan tonta,
que me convencí de que esta guerra
era simple defensa propia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario